“En un mundo mejor” de Susanne Bier
Victor Alvarado
El cine nórdico se caracteriza por su frialdad y últimamente por el análisis de la violencia. Sin embargo, si la dirige la danesa Susanne Bier, la cosa cambia porque su estilo narrativo es de sangre caliente [acuérdense de la emocionante Después de la boda (2006)]. Y si para colmo viene respaldada por el Globo de Oro a la mejor película extranjera y el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, las posibilidades de éxito de la perla europea del año están medianamente garantizadas.
En un mundo mejor (2010) cuenta la historia de dos niños que han sufrido experiencias traumáticas y que luchan por encontrar un hueco en su ambiente. Christian es un niño conflictivo que culpa a su padre de la muerte de su madre, mientras que Elías sufre por la separación de sus padres como consecuencia de una infidelidad, lo que, según parece, provoca que el padre de éste se entregue en cuerpo y alma a una misión humanitaria en África, una realidad, en pocas ocasiones, recogida por profesionales del cine.
Las interpretaciones, tanto de adultos como de niños, nos parecen espléndidas y repleta de matices, aunque destacamos la labor de Mikael Persbrandt, que interpreta al padre de Elías y que, sin tratarse de una cinta que explícitamente exprese el valor de la trascendencia, implícitamente sugiere la esencia del mensaje cristiano y el actor, no se´si con intención o sin intención por parte de los guionistas, parece un ángel venido del cielo.
La realizadora se muestra como una amplia conocedora del alma humana y su trabajo parece un estudio antropológico. La cinta utiliza una ambientación naturalista y el único problema se encuentra en la irritante filmación cámara al hombro propio del movimiento dogma del que proviene Susanne Bier y que puede resultar mareante, sobre todo, si te atreves visionarla subtitulada. La otra pega puede ser los excesos agresivos de uno de los personajes que pueden restarle credibilidad al relato.
La directora toca muchos temas y a todos se les da respuesta. Esta producción plantea el problema de la ausencia materna y de las dificultades de los padres a separados, pero ofreciendo soluciones como la necesidad se sincerarse junto a la importancia de crear momentos que inviten a la comunicación antes de que la situación se enquiste. Por otro lado, es interesante el modo en el que se produce una reconciliación o no, tras un periodo de sufrimiento y un profundo arrepentimiento
Este relato se hace la pregunta sobre cuál es la auténtica valentía y cuando ese valor tiene su sentido que sea utilizado. En las escenas relacionadas con esa cuestión da la impresión de que la realizadora pone toda la carne en el asador con la intención de interpelar al espectador.
Finalmente, esta obra del celuloide te atrapa de principio a fin, manteniéndote en tensión como si se tratase de una película de acción porque siempre sucede algo perfectamente dosificado para no desvelar la trama que te va sorprendiendo, que corresponde con la forma de narrar de una auténtica maestra.