Luis de Haro Serrano
Tras la brillante apertura de la actual temporada de ópera realizada con aires rusos debido a la elección de “Eugenne Oneguin”, el Real da un pequeño giro para ofrecer fuera de su marco habitual (en esta ocasión en los Teatros del Canal) como primicia absoluta en España la ópera “Montezuma” estrenada en la Hofoper de Berln el 6 de enero de 1755. Tragedia en tres actos de Carl Heinrich Graun, tenor y prolífico compositor alemán del barroco tardío injustamente olvidado.
“Montezuma” refleja el contraste entre el México prehistórico y el contemporáneo, realizado a través de diversas alegorías en las que se describe el talante beligerante y déspota del conquistador español Hernán Cortés, que contrasta con el del emperador mexicano Montezuma. Como la ópera puede despertar en algunos ambientes cierta polémica, el nuevo director artístico, Gerad Mortier, se ha anticipado a esta posibilidad diciendo que “un acontecimiento histórico tan importante no podía estar ausente del Real”.
Se presenta con una producción del propio Teatro Real realizada en colaboración con seis prestigiosas entidades artísticas y culturales como el Instituto Nacional de Bellas Artes de México y la Fundación anglo-mexicana a las que se une el Festival de Edimburgo donde se repuso con dudoso éxito el pasado 13 de agosto.
Su estreno en España coincide con la serie de actos que se celebrarán con motivo del bicentenario del proceso histórico que dio paso a la independencia de las repúblicas iberoamericanas y más concretamente la de México iniciada el 16 de septiembre de 1810 con la rebelión del sacerdote Miguel Hidalgo que se sublevó contra el Gobierno español en el acto conocido como el “Grito de Dolores”.
Para su presentación el Real cuenta con la colaboración del argentino Gabriel Garrido como director musical, la del veterano director de escena mexicano Claudio Valdés Kiri, y el Coro y la Orquesta de la Agrupación Elyma. En el elenco figuran nombres del prestigio del contratenor Flavio Oliver –asumirá el papel de Montezuma-, Lourdes Ambíz -Eupafórice-, Rogelio Marín y Adrián Popescu –Hernán Cortés-, entre otros.
El libreto es del Rey Federico II de Prusia escrito en francés y traducido al italiano por Giampietro Tagliazucchi, poeta de su corte. En él proyecta la visión que tiene de su figura, ligada a una serie de hechos y personajes ficticios en los que refleja sus propias preocupaciones, hablando más de sí mismo que de Montezuma, plasmando con crudeza la relación surgida entre el conquistador español Hernán Cortés y el emperador mexicano. Dejando muy claro quien es el bárbaro y quien el civilizado en la historia de la conquista de México.
El director musical Gabriel Garrido opina que su texto es inteligente pero carente de tensión dramática. Para reforzarla y aligerarla ha contado con la colaboración del director de escena reduciendo, además, a dos horas y media las cuatro que tiene la partitura original, para lo cual han tenido que eliminar determinados aspectos de ciertos personajes. “A los dos lo único que nos importaba, sin entrar en más detalles, era aprovechar la efemérides del bicentenario para hacer una reflexión histórica seria sobre este hecho”.
El tema de Montezuma fue abordado anteriormente por varios compositores del barroco; Antono Vivaldi – “Motezuma”-, Henry Purcell (1664) - “The Indian Queen” y J. F. Rameau(1735) –“Las indias galantes”- .
El Motezuma de Vivaldi se estrenó en América en 1733. Su presentación fue considerada por el crítico musical mexicano Arturo Jiménez como un estreno mundial de carácter histórico y cultural debido a la solidez de la obra y al prestigio de su autor.
Puesta en escena
La producción resultó demasiado simple, fría y poco sugerente, hasta el extremo de llegar a oscurecer el trabajo del director de escena Valdés Kiri que, en determinadas ocasiones, la complicó sin necesidad, especialmente en el tercer acto donde, por si fuera poco, concibió escenas incomprensibles como la presentación de Eupafórice planchando la bandera mexicana con una plancha eléctrica de alto diseño o la huida del fuego con la inaccesible y grotesca subida a la columna.
Los solistas vocales anduvieron un poco perdidos al principio, con un tono gris y sin gracia de ningún tipo en el movimiento escénico Claudio Oliver (Montezuma) y Lourdes Ambriz (Espafórice) por la bella versión de su intervenciones al principio del tercer acto (aria de Montezuma y el dueto) El Coro de habitantes no convenció a nadie por la debilidad y desajuste de sus voces. El pasaje a capela con el que se cierra la obra fue donde únicamente demostraron la calidad real que tienen.
El mejor trabajo lo realizó Gabriel Garrido al frente del grupo orquestal Elyma -muy reducido- que utilizó instrumentos originales, Bastante acertada la elección de los instrumentos para el contínuo; dos clavicémbalos, dos flautas de travesera y una viola di gamba) gracias a ello los largos recitativos resultaron mucho más asequibles
Después de estos comentarios sobre la presentación surgen dos preguntas interesantes. ¿Era necesario realizar antes del comienzo de la obra la ambientación mexicana con la presencia de varios vendedores deambulando por la Sala intentando vender al público baratijas mexicanas al más puro estilo charro? y ¿No sería conveniente que bien la dirección artística o la gerencia explicaran claramente las razones por las que se desplazan de su escenario habitual las representaciones de algunas obras?. El público prefiere disfrutar de ellas en el marco sobrio y elegante del Real. Fue comentario bastante extendido.
A pesar de todas estas objeciones, como dijo el propio Mortier en la presentación previa de la obra, “Montezuma es una ópera muy interesante para ver”.