“Pelleas et Melisande” vuelve al Real con el sello personal de Bob Wilson
Luis de Haro Serrano
Esta singular obra, finalizada en 1892 por el dúo formado por el escritor belga Murice Maeterlinck (1862-1949) y el compositor Claude Debussy (1862-1918), por su deliciosa complejidad ha sido comentada de muy diversas formas por numerosos autores. El escritor y compositor ingles Constan Lambert ( 1905-1951)) la definió como una “Música de cosas”, fría, inhumana pero instrumentalmente refinada y descriptiva. R. Straus, tras asistir a una representación comentó “He tenido la sensación de haber asistido a un ensayo en el que los cantantes estaban reservando su voz”. Para J. Ortega y Gasset “La música, después de Wagner, tenía que ser liberada de sentimientos personales y depurada hasta conseguir una ejemplar objetividad. Esta fue la gran misión de Debussy. Gracias a él fue posible escucharla sin lágrimas ni desmayos. Con él se inició una nueva era”. El propio director de escena, escenógrafo e iluminador de esta presentación en el Real, el tejano Bob Wilson, en un alarde de imaginación la ha consideerado como una “ópera estúpida”.
Con estos diferentes comentarios no cabe duda que a “Pelleas” hay que calificarla como una ópera no fácil, más apropiada para los amantes de los títulos melódicos que para los conocidos como “convencionales”. En ella se encuentra un trabajo creativo de exquisita sensibilidad realizado a base de pequeñas pinceladas, cuyo desarrollo desemboca en diversas ocasiones en pura sugerencia o impresión, enmarcada en una línea vocal plana que hace que la declamación se encuentre a un paso del lenguaje hablado. Es también una de las típicas obras que para un mejor acercamiento a sus valores precisa de más de una lectura.
Para expresar la riqueza y variedad de sentimientos que viven sus personajes, Bob Wilson ha optado por una puesta en escena demasiado intelectual y abstracta por su simbolismo y sencillez, que en determinados momentos ha sumido al espectador en una frialdad similar a la que tiene el agua de la “fuente de los ciegos”, a la que tanto se alude en el texto, agravado por haber incurrido en unas incongruencias difíciles de entender y asimilar.
Lo más positivo de su trabajo se encuentra en la exquisita utilización de la iluminación para con un atrevido juego de luces y sombras marcar el contínuo paso de los momentos reales a los irreales. De ahí que no resulten justificadas las deserciones que se han producido durante de la única pausa que se ha establecido entre los cinco actos que tiene la obra.
En el aspecto vocal se ha contado con un reparto algo desequilibrado. Junto a voces tan llenas de expresividad, equilibrio y dulzura como las de la njoven soprano Camilla Tilling –Melisande- y el bajo Franz Josef Selig, Arkel, se han encontrado las irregularidades del tenor francés Yann Beuron, Pelleas, cuya aportación ha resultado demasiado fría y alejada de la figura de galán romántico que su papel exige. Lo mismo que Laurent Naouri, Golaud, el personaje siniestro de la ópera –tipo Otelo- . No acabó de comunicar adecuadamente la siniestralidad que su papel, lleno de celos, rencor y dudas, encierra. Muy desdibujadas también las actuaciones de Hilary Summers, la fría y distante Genevieve -la madre- y la del pequeño Yniold, Seraphin Kellmer (doce años). Tan atormentado por su futuro con motivo de la presencia de su nueva madre.
Sylvain Cambreling, a pesar de haber alardeado en la habitual presentación inicial de la ópera del conocimiento que tiene de la partitura –casi duerme con ella- - no ha acertado con la claridad melódica y limpieza que esta tiene. Su versión resultó algo apagada y sin colorido.
Como punto final a este rápido comentario no queremos dejar de reconocer el acierto que la programación de esta temporada de ópera tiene al brindarnos la oportunidad de poder disfrutar de este trío de obras con protagonista femenino: “Elektra”, “Pelleas et Melisande” y “Lady Macbeth de Mtsensk”. Otro cantar son los resultados que sus respectivas presentaciones hayan tenido o puedan tener entre los aficionados y, muy especialmente, ante los abonados y patrocinadores.