Principal

Diario YA


 

Drama amoroso desarrollado en un ambiente hipócrita e inquisitorial

“Tosca” vuelve al Real para cerrar la actual temporada de ópera

Fotografía: Javier del Real

Luis de Haro Serrano

Posiblemente como concesión al espectador tradicional de este tipo de obras, el Real ha querido cerrar con “Tosca” una temporada de ópera especial, considerada por muchos aficionados como de transición en la que de la mano directa de Mortier se han ofrecido títulos algo sorprendentes, pero no por ello carentes de interés musical o artístico, entre los que destaca la gran apuesta de “San Francisco”. Entendemos que la programación debe realizarse pensando y abriéndose a ese público nuevo y joven que quiere incorporarse a la ópera, pero a través de obras más asequibles, sin que por ello pierda su aire progresista. Ellos serán los que pronto completen los aforos y los que, con sus aportaciones del “día a día” cubrirán, como mínimo, el 56 % de las necedades económicas del Teatro. Razón suficiente para que, para su captación deban programarse las futuras temporadas teniendo muy en cuenta el equilibrio ideal en la relación ingreso-gasto. Circunstancia que, como es natural, no ponemos en duda que actualmente así suceda.

Tosca vuelve de nuevo al Real recuperando la producción realizada en 2004 por Nuria Espert, coproducida con la Abao con un coste aproximado de 700.000 €, según ha confirmado en unas declaraciones recientes, en las que también indica que si tuviera que abordarla de nuevo lo haría con distinto enfoque.

Dos representaciones de la conocida Tosca del escritor Victorien Sardou, la primera en Milán (febrero de 1898) y un mes más tarde en Turín, le bastaron a Puccini para entusiasmarse con el tema y vislumbrar las posibilidades que tenía para trasladarla a la ópera. Rápidamente se puso en contacto con su editor para indicarle que esta obra parecía estar escrita especialmente para él. “Es dramáticamente tan eficaz que merece realizarle una música plena”. Ambas Toscas poseen tanto puntos comunes como notables diferencias. Para ciertos comentaristas es, entre otras muchas cosas, un gran homenaje a Roma. La opera romana por antonomasia.

Tras superar las naturales dificultades de carácter legal, a cuya resolución, sin duda, contribuyó el éxito obtenido con su reciente “Boheme”, Puccini se puso a trabajar en ella y después de tres años de plena dedicación en los que, buscando siempre la excelencia, a la vez que componía trabajaba codo con codo con los libretistas Giacosa e Illica. Se estrenó el 14 de enero de 1900 en el Teatro Constanza de Roma, compuesta en tres actos. Tosca es un auténtico melodrama trágico cuya acción transcurre el 14 de junio de 1800 en el castillo de San t`Angelo de Roma, cuando Napoleón venció a Austria en la batalla de Marengo.

Por la inspiración melódica, orquestación y relación entre la parte musical y teatral es considerada como una de sus óperas más redondas. En ella todo sucede con cuidada exactitud. Cada escena es necesaria porque desemboca en la siguiente, concebida directamente para aportar el máximo verismo a la acción que transcurre en un solo día, en el que se produce el desenlace de los tres personajes centrales; el jefe de policía, Scarpia. El pintor Mario Cavaradossi y la cantante Floria Tosca. Todo dentro de un contexto histórico y social real: el asesinato de Humberto I y la coronación de Víctor Manuel III como rey. De ahí que algunos consideren a 1900 como el año “Tosca”.

El libreto dibuja claramente el perfil sicológico de cada personaje. Scarpia, un beato depravado (bigotto lascivo). Mario Cavaradossi, un pintor que, como ciudadano, su vida encierra cierto grado de heroicidad pero la arriesga y pierde por sus ideas políticas, sin que por ello olvide su carácter de enamorado que describe con calor a Tosca en el aria “recóndita armonía”. Una de las más bellas. Tosca es la típica mujer que mezcla con fuerza los celos con el cariño, Su temperamento le confiere el carácter de heroína ardiente, apasionada y asesina, definiéndose a si misma en el pasaje “Vissi d’amore, vissi d’arte”.

Puccini exige para ellos unas cualidades vocales muy concretas. Tosca, una voz de compleja personalidad y con unas capacidades técnicas y teatrales que le lleven a transmitir con naturalidad y verismo la fuerza y dulzura que como heroína enamorada tiene. Cavaradossi ha de ser un gran tenor lírico dotado de un timbre muy luminoso, suave y apasionado a la vez para transmitir el sentimiento y la fuerza que en todo su recorrido la ópera tiene y, de manera especial, en: “recóndita armonía” y “e lucevan le stelle”. Verdadera prueba de fuego para un cantante. Scarpia requiere un barítono dotado de una voz con largo recorrido sonoro, elegante, con fuerza, envolvente y con un determinado porte de nobleza debido al empaque y personalidad que necesita su alto linaje, además de poseer grandes valores escénicos. Como compositor era muy exigente con su trabajo y con el de los que le rodeaban, llegando a vigilar los más pequeños detalles. No solo supervisaba los ensayos y el texto de los libretistas sino las propias representaciones, con la idea de que todo resultara tal y como lo había concebido y para que, por su movimiento y ambiente, llevara el sello de su agudo sentido teatral. El “Te Deum”, por ejemplo, a pesar de su corta duración es, uno de los momentos de mayor impacto.

Puesta en escena
Cuando se trata de una obra tan conocida y vista como Tosca, el director de escena y el escenógrafo tienen o deben de poner mucha imaginación y utilizar recursos muy novedosos para poder sorprender la atención del espectador. La reposición en esta ocasión de la puesta en escena creada por Nuria Espert en 2004, merecidamente elogiada en su momento, siete años después ha aparecido algo insulsa y deslabazada, a pesar de que continúen siendo atractivos el vestuariode Franca Squarciapino y los recursos escénicos utilizados por Ezio Frigerio para crear el clima oscuro y tenebroso que la acción necesita. El cambio realizado para resolver el suicidio de Tosca, claramente indicado para su realización por el compositor, no le sentó bien al verismo de la obra. Fue un recurso demasiado cómodo.

Marco Berti, Cavarodossi, no tuvo precisamente su mejor noche como intérprete del personaje asignado. No fue ese tenor lírico, dulce y luminoso que Puccini quería, especialmente en “recóndita armonía”, no se recreó en la melodía y se empeñó en gritar los agudos en lugar de declamarlos, el “lucevan stelle” caminó por la misma senda. Destacó más en el aspecto escénico que el sonoro. Lado Ataneli vivió mucho mejor el papel de Scarpia, a su voz fuerte y elegante unió un gran porte dramático. Violeta Urmana, como siempre, ofreció una excelente Tosca gracias al empaque y sutileza de su extraordinaria voz, particularmente brillante en ¡Vissi d’arte”.

Renato Palumbo no profundizó lo suficiente con la orquesta para sacar adelante el extraordinario brillo que la partitura encierra. Lo mismo que Ana González, tampoco se esmeró mucho con el trabajo realizado con el coro de pequeños cantores, a pesar de que estos apuntaran un cierto grado de calidad.

A pesar de estas consideraciones, la música de Tosca, por su intensidad y fascinante instrumentación, es tan envolvente que impacta de tal manera al espectador que acaba atrapado por su belleza.