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Diario YA


 

Se presenta en el Real con una producción propia procedente de la Opera de Frankfurt

“Werther”, un sueño romántico irrealizable

Fotografía: Javier del Real

Luis de Haro Serrano

La versión alemana del Werther de J. Massenet, drama lírico en cuatro actos realizado sobre libreto de Edouard Blau, Paul Mullier y Georges Hartmann, basado en la novela de Goethe “Los sufrimientos del joven Werther” escrita en 1774, se presenta en el Real con una producción propia procedente de la Opera de Frankfurt. Cuenta con el aliciente de la vuelta del tenor José Bros para asumir el difícil papel del protagonista y la presencia del alemán Willy Decker en la dirección de escena.

Para comprender mejor la ópera debe tenerse en cuenta que la novela original de Goethe está escrita en forma epistolar. Toma como base las cartas que el protagonista escribió a su mejor amigo contándole las experiencias que estaba viviendo en un pequeño pueblo cercano a París, al que se había trasladado para huir de los placeres de la capital, así como para escapar de un mundo burgués al que lo único que le importa es la adquisición de bienes materiales y el éxito profesional. La ópera causó un fuerte impacto en la juventud francesa que llegó a considerar al protagonista como un verdadero ídolo al que imitar en todos los aspectos, incluso hasta en el del suicidio.

Werther tuvo una larga cadena de estrenos. La versión alemana se presentó en la Opera de Viena el 16 de febrero de 1892, la francesa en la Opera-Comique de París el 16 de enero de 1893. En Estados Unidos en la ciudad de Chicago el 29 de marzo de 1894. En 1902 Massenet compuso una versión especial para su amigo el tenor Martin Battistini. En España la estrenó el Liceo de Barcelona el 29 de octubre de 1899. Madrid tardó más tiempo en conocerla. El Teatro de la Zarzuela la ofreció en una de sus últimas temporadas de ópera. En esta ocasión es la 2ª vez que sube al escenario del Real

Luis Carvalho, director de la Opera Cómica de París la rechazó en principio por considerarla “demasiado deprimente”. A los pocos días el Teatro desapareció debido a un devastador incendio El éxito de su estreno en Viena le hizo cambiar de opinión. Tras su reconstrucción, en 1893, pudo por fin estrenarse en él. Desde esa fecha, Werther se ha representado en París en más de 1.300 ocasiones. Se le considera por ello como una de las óperas de más frecuente programación.

La acción transcurre entre los meses de julio y diciembre de 1870. Cada uno de sus cuatro actos esta concebido con una sola escena que, prácticamente, transcurre en tiempo real. Adquiere por esta razón una credibilidad poco frecuente. Su historia narra las vicisitudes amorosas del joven Werther con Charlotte, casada con Albert, amigo de ambos. Un amor imposible que lleva al protagonista al suicidio. Cuando ya no tiene remedio ella reconoce que también está enamorada de él.

El personaje de Werther, por su especial tesitura, es considerado como una de las pruebas más difíciles para un intérprete. Se le compara con el “Tristán e Isolda” de Wagner. De hecho suele conocérsele como el “Tristán francés”. Su partitura está escrita con una música muy incisiva dotada de una gran tensión dramática

La corta extensión del libreto –solo tiene 180 páginas- describe a Werther como un hombre romántico, apasionadamente enamorado. Su relación con la mujer que ama transcurre entre la veneración y la imposibilidad que tiene para disfrutar de su romance.

Por su brillante orquestación las composiciones de Massenet están dotadas de un gran atractivo melódico. Su estilo influyó en compositores como Leon Cavalho, P. Macagni, G.Puccini y C. Debussy. Igual que R. Wagner utilizó con frecuencia la técnica del “leitmotiv”, pero dándole un aire ligeramente francés. Su música sentó las bases de un nuevo estilo, el romanticismo, al que se adelantó en casi treinta años.

El equipo artístico.- El alemán W. Decaer, al querer centrar toda su atención sobre los intérpretes no ha conseguido acertar con la orientación escénica. dmasiado desnuda y fría. Su sombría concepción de los dos espacios en que sitúa la acción; el mundo de los sueños y el de la realidad, están presentados con una luminosidad y sencillez tan minimalista que consigue cansar al espectador. Resulta mucho más plana si se le une el movimiento de los personajes, poco adecuado al carácter de la obra; demasiadas carreras y vueltas por el escenario y una excesiva utilización del fácil recurso de situar en el suelo a los protagonistas, así como la extraña presencia de los arlequines, Schmidt y Joham.

Angel Odena fue un frío y estático Albert, todo lo contrario que Jean-Philippe Lafont como el burgomaestre y la cordobesa Auxiliadora Toledano, Sophie. Defendieron con gran naturalidad y soltura sus respectivos papeles.

Las voces de José Bros y Sophie Koche, Werther y Charlotte, encajaban muy bien con la línea melódica de la partitura. El primero desplegó solo a ráfagas el cuidado lirismo con que está concebido su personaje, especialmente en el aria más delicada “porquoi me reveiller”. Su voz, a pesar del carácter lírico romántico que tiene, dotada, además, de un largo recorrido vocal, necesita profundizar con más fuerza en sus matizaciones para alcanzar mayor expresividad.

Sophie Koch supo aunar energía y credibilidad en la presentación de los sentimientos y emociones que Charlotte necesita, cuya acción se desliza entre la duda que padece como consecuencia de la fuerte atracción y deseo que desde el principio sintió por Werther y la fidelidad a su matrimonio.

La orquesta respondió fielmente a las indicaciones de su director, Emmanuel Villaume, perfecto conocedor de este tipo de repertorios. Trabajó mucho para conseguir que la música siguiera con fidelidad el texto del libreto, pero se excedió en el planteamiento sonoro de la orquesta, algo desmesurado en lo que a las trompas y a la percusión se refiere, que contrastaba con la sensibilidad y belleza reflejadas en los pasajes de las maderas y el arpa.