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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

un antiguo artículo sobre las penas y alegrías de las dos repúblicas

¡De las dos Repúblicas, líbranos Señor!

Coronel Francisco Alamán Castro. Leo en un lamentable periódico asturiano, La Nueva España, un antiguo artículo sobre las penas y alegrías de las dos repúblicas que gozamos los españoles.
 
Se queja de que solo se insiste en sus errores y en sus fracasos. Efectivamente tiene razón, pero es que las dos solo tuvieron enormes errores e inmensos fracasos, y no recuerdo ningún enorme éxito.

Soy republicano, ya me hubiera gustado que no hubiese sido así. Y también eran republicanos, aquel 14 de abril, la gran parte de los españoles, incluidos la mitad que, no queriendo morir, el 18 de julio dijeron ¡ya basta!
 
Las personas y los sistemas son esclavos de sus errores y fracasos y si bien en las personas se pueden perdonar, aunque a veces cuesta, no así en los sistemas que si fracasan arruinan a los pueblos y deben desaparecer, y así ha sido a lo largo de la historia del mundo.
 
Nos habla un poquito de la Primera República, a él, por lo visto, le parece muy bien: uno de sus cuatro presidentes se fue una noche a París y desde allí mando su renuncia; hubo un golpe de estado; una guerra carlista; numerosos pueblos, ciudades y provincias se declararon cantones independientes, Jumilla en su Constitución afirmada con gran seriedad que: “desea estar en paz con todas las naciones extranjeras y, sobre todo, con la nación murciana”, de Cartagena parten dos fragatas “hacia una potencia extranjera”, bombardean, toman y cobran tributo en Almería y Alicante, y lógicamente son apresadas como piratas por barcos alemanes e ingleses; y por fin hay otra sangrienta guerra para acabar con los cantones. Para once meses escasos que duró no se le pueden pedir más fracasos. De los éxitos no sé ninguno,
 
seguro que nos los cuenta otro día.
 
Nos dice que el proyecto de esta República es asumido por la segunda. Sin embargo el cuñado, amigo íntimo y biógrafo de Azaña nos escribe: “A Azaña no le gustaba una constitución federal”. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona, 1979, p.210.
 
Nos afirma que el pensamiento de Ortega es de obligada lectura. Estoy completamente de acuerdo. Sobre todo cuando Ortega, primer ideólogo e impulsor de la Republica y uno de los primeros desilusionados nos decía, después de haberlo pensado mucho:

El Sol. 9-9-31: “Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron en el advenimiento de la República con su acción, con su voto o, con lo que es más eficaz de todo esto, con su esperanza, se dicen ahora, entre desasosegados y descontentos: ¡No es esto, no es esto!”.

1936 agosto. Para evitar ser paseado huye del Madrid rojo.
 
1937 septiembre. Escribe: “Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad. Hace unos días, Albert Einstein se ha creído con <<derecho >> a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien, Albert Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre”. J. Ortega y Gasset, Epilogo para ingleses, Rebelión de las masas, Madrid, Ediciones de la Revista de Occidente, colección El Arquero, 1.960, p.308,9.
 
Caído Madrid, Ortega escribe a Marañón: “Querido Gregorio, anteayer, al conocer la noticia de la entrada en Madrid pusimos a ustedes un telegrama de alborozo y felicitación”.  Portimäo, Portugal, 30-3-39. Carta del archivo de Marañón.
 
Nunca hubo un régimen acogido con más ilusión por más españoles, incluidos las sotanas y los uniformes que tanto aprecia el periódico, como la Segunda República. Todo, como afirma muy bien, veían “la salida del túnel, la salida al progreso y a la modernidad”.

Es cierto que nuestros mejores intelectuales se volcaron en el proyecto. Supongo que sentirá con gran pena y algo le hará pensar, el que una gran parte, los más destacados, vistas las cosas, apoyasen a Franco: Ortega, Pérez de Ayala, Unamuno, Marañón, Azorín, Menéndez Pidal, Baroja, Aleixandre, y bastantes más.
 
Huyeron de la España republicana el 88% de los intelectuales por miedo a ser paseados, según contaba Marañón a una asamblea de intelectuales franceses el 5-2-37, sin que por eso apoyasen a Franco: Madariaga, Sánchez de Albornoz, Pittalauga, Blas Cabrera, Juan Ramón Jiménez, Américo Castro, Rafael Altamira, y bastantes más. Diario de la Marina, La Habana, Febrero, 1.937. M. Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona, 1.983, p.13.
 
Azaña se lamentaba el 17-6-37: “han desaparecido republicanos (muchos, por desgracia) señalados y hasta eminentes… Todos tenían con la República la obligación de servirla hasta última hora”. M. Azaña, Memorias políticas y de guerra, Crítica, Barcelona, 1978, tomo II, p.81-2.
 
Fueron asesinados: Maeztu, Pradera, Muñoz Seca, Honorio Maura, Melquiades Álvarez, y bastantes más.
 
1937 enero. Publicaba Claridad diario del PSOE: “Proporciona esta seguridad el conocimiento de la condición moral de tipos como Unamuno, Baroja, Madariaga, etc.. Cada uno lleva un traidor dentro. O una complacencia de meretriz, a elegir”. M. Rubio Cabeza, Los intelectuales españoles y el 18 de julio, 1975, ediciones Acervo, p.198.
 
La República que añora el diario, aquella de la constitución sectaria, la de que “España deje de ser una nación católica”, la de “triturar al Ejercito”, la de “una revolución agraria más para perjudicar a la nobleza que para beneficiar al campesino”, todas frases de Azaña. Traería a España las mismas consecuencias. Esperemos que, si por fin viene, la próxima sea más normalita.
 
Y me temo que, como la que tuvimos, la quieren algunos, solo hay que ver la Nueva España.