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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

hipotecados por retambufa

¡No damos crédito!

La Lupa del YA. Acaba de cumplir los cuarenta. Es ingeniero e ingenioso, tanto como puediera serlo Da Vinci, pero en hetero. Al menos, eso parecen indicar los tres churumbeles que demuestran la consumación de su matrimonio. Sí, por la Iglesia, y con abnegada madre de familia. Tiene tanto don de lenguas como un Apóstol por Pentecontés. Además, coherente con su fe, acogió a una adolescente soltera con hija. Sí, de esas que tanto desgraciado, habitual de La Noria y otras atracciones, hubiera querido que "interrumpiese voluntariamente su embarazo". Pues, que os den por donde amargan los pepinos. No lo hizo. En fin, que vistas las virtudes que le adornan, puede decirse de nuestro protagonista que es todo un héroe de nuestros días.
 
Siervo durante años de multinacional de relumbrón, se levantó un día de la cama con el escroto más inflamado de lo habitual, harto de reestructurar negocios de los "yankies" en aras de la sacrosanta productividad, y de enviar al INEM a tanto infeliz. Dicho y hecho, negoció la salida de su último purgatorio "deslocalizado" esta vez en una mediana localidad española. Precisamente allí, en pleno boom, pataboom, y deslumbrado por las buenas condiciones hipotecarias, se entrampó y compró una bonita morada. Color verde esperanza, para ser más exactos. Las condiciones del crédito eran buenas, máxime tratándose de una de esas entidades sin oficinas siquiera donde poder ciscarte en alguien cuando te toman el pelo más de lo que viene siendo normal.
 
Para entonces, los populares ya se habían dejado colar los trenes hasta la empuñadura, habían perdido las elecciones, y habían dejado vía libre al Mr. Bean hispano. En escasos meses, sin solución de continuidad y sin vergüenza alguna por los gestores de lo público, fuimos pasando de la promesa del pleno empleo, a la desaceleración y, por fin, a la crisis. Nuestro héroe siguió demostrando su valía. Con tasas de desempleo cercanas al 20 %, halló ocupación, pero con traslado incluído, esta vez a la que fuera en su día capital del Imperio. Con más viviendas en venta que moral distraída en un burdel, consiguió colocar la suya. Y, sin mérito en este caso por su parte, encontrar nuevo cobijo en Madrid.
 
Firma del contrato de arras, solicitud de hipoteca al que ya era el banco de su vida -mero trámite; en unos días firmamos-, y a esperar. Una semana, dos, la respuesta no llega. Que empiezo a incurrir en penalizaciones estipuladas por la parte contratante... Por fin, ¡denegada! Oiga, que he pedido menos parné que la vez anterior e ingreso más. ¿Cómo? ¿Que me la deniegan porque mi media naranja no ingresa? Tampoco lo hacía cuando me concedieron la anterior. ¿Acaso les preocupa que mi legítima haya envejecido en este tiempo y haya perdido valor si yo la espicho y tiene que prostituírse para pagarles a ustedes? ¡No me toquen los tambores!
 
Gracias al apoyo familiar, ese ente en el que algunos aún creemos, a un carácter inasequible al desaliento y al buen oficio de un banco guiri, la historia con la que retomamos esta sección de diarioya tuvo final feliz. Hoy han finalizado la mudanza.
 
Pero no todos los cuentos tienen desenlace propio de las pasadas fiestas. Cuando los bancos rompieron a llorar porque caían esos beneficios, que antes de tanta corrección y mandanga, se llamaban fruto de la usura, el Mr. Bean hispano les inyectó pasta a troche y moche. Venga, no vayan a molestarse y nos cancelen la "línea de crédito montilla". Mientras falten gónadas para obligar a poner el dinero en manos de las familias y las PYMES, aquí acaban echando el cierre hasta los columpios de los parques.
 
En días así, si no fuera porque el tal Solitario no es más que un asesino sin escrúpulos, casi aplaudiríamos que siguiera reventando ventanillas bancarias. ¿Nos hemos explicado?