¿Apoyos para ZP o terceros en discordia?
Miguel Massanet Bosch. ¿Qué es lo que debemos pretender, entre todos? Por si no bastara con un Gobierno que no gobierna, una oposición que está en Babia permanente y una clase política que parece que vive en otro planeta distinto; que no contacta con los verdaderos problemas de la gente y que se limita a interconectar con sus colegas de otras formaciones políticas para desprestigiarse, denunciar los fallos ajenos, desprenderse de responsabilidades y hacer lo preciso para asegurarse los votos de los ciudadanos de cara a los próximos comicios; ahora aparecen los nuevos “salvadores de la patria” los eternos defensores de la “sensatez” y “buenas formas”, para pretender convencernos, a los españoles, a los cientos de miles de empresarios cuyas empresas han desaparecido y, a los cuatro millones y medio de ciudadanos que están en las bolsas del desempleo ( 1.200.000 de ellos sin prestación alguna); de que, con un eslogan bonito, unas palabras que suenan bien y unos promotores que forman ya parte de las viejas generaciones de la política , pretendan intentar darnos otra visión de la realidad de nuestra situación económica. El pretender ocultar la dificultad de que, España, con este Gobierno, pueda llegar a salir del marasmo social, financiero y económico en el que está metida con una frase encorajinadota como es el eslogan: “esto lo arreglamos entre todos”; es como exigirnos un acto de fe, no una constatación de nuestra situación verdadera. Pretenden que tengamos “confianza” y “esperanza” en las actuaciones gubernamentales, cuando la España que nos han dejado, padece de todos los males que caracterizan a una situación UCI para el enfermo; endeudada, con un déficit público de más de 100.000 millones; con el mayor desempleo de toda Europa y expuesta a seguir los pasos de Grecia o, al menos, a tener que someternos a curas dolorosas.
Verán ustedes, el hecho de que, de pronto y precisamente el mismo día en que se iniciaban las discusiones de la famosa Comisión organizada por ZP y su Gobierno; resulte que se anuncia, a bombo y platillo, una campaña publicitaria “para ayudar al país a salir de la crisis”, financiada por el Consejo Superior de las Cámaras de Comercio y por un grupo de empresas de élite, entre las que está,¡cómo no! el Banco de Santander del señor Botín –¿recuerdan ustedes el papel destacado de esta banquero en conseguir en los préstamos públicos a la banca privada para que abrieran créditos a las empresas? – y otras, muchas de las cuales, a pesar de la recesión, han conseguido obtener beneficios sustanciosos; nos produce, a algunos ciudadanos de a pie –que ya estamos quemados hasta la cejas de que se nos engañe y se nos tome por pardillos –, la impresión de ser algo sumamente sospechoso. El que, por una serie de señores que no se han tenido que apretar el cinturón y empresas que parece que están por encima del bien y del mal –porque siempre salen ilesas de las tempestades económicas y nunca carecen de las ayudas oficiales y bancarias para superar sus dificultades –; se nos venga a dar lecciones de cuál ha de ser nuestro comportamiento ante la crisis y, al propio tiempo, se le quiera tirar un cable al Gobierno que ha sido, en gran parte, el causante la situación con la que tenemos que bregar; recomendándonos que tengamos fe en el futuro y que todos debemos colaborar, con nuestro esfuerzo, en sacar el país adelante; me parece, y perdónenme la expresión, un ejercicio de de hipocresía supina.
Lo curioso, y esto confirma mi recelo, es que entre los promotores de este intento de “elevar la moral ciudadana” nos encontramos a militantes del PSOE como el señor Guillermo de la Dehesa, economista; y el señor Javier Gómez Navarro el presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, también socialista, quien, curiosamente, en una ocasión criticó el poco espíritu emprendedor de los españoles y, en otra, afirmó que las madres de homosexuales “quieren que sus hijos sean diplomáticos para que así se vayan lejos de España”. Junto a ellos el señor Garrigues Walter, prestigioso abogado pero político mediocre, que fundó en 1982 el Partido Demócrata Liberal que más tarde se convertiría en 1986 en el Partido Reformista Democrático dirigido por otro de los promotores, el señor Roca Junyent que, como es sabido, protagonizó el fracaso más espectacular en su intento de acudir a las urnas. Lo clásico, lo que sucede cuando viejas glorias pretenden reverdecer sus laureles y tienen suficiente dinero para permitirse el intento. Como le sucedió a Napoleón a su regreso de Santa Elena, estos señores no van a conseguir más que tirar a la basura cinco millones de euros que, invertidos en obras sociales, en trabajo para los parados o en comida para los indigentes, sin duda hubieran resultado más provechosos; pero que, por desgracia no van a servir para nada útil.
Los habituales pasquines, los coloquios televisivos, las conferencias donde asistirán selectas minorías, algunos banquetes y poco más van a lograr obtener esta serie de viejas glorias de la política. Lo peor es que, queriéndolo o no, están interfiriendo en algo que tiene mucha importancia para los españoles. Han metido cuchara en la sopa política cuando se está poniendo en cuestión la capacidad de ZP y los suyos para seguir gobernando; se están tensando las cuerdas para obligar, a quienes tienen a su cargo el sacar a España de la recesión, a demostrar que tienen capacidad, medios e intención de hacerlo y, de paso, obligar a estos partidos minoritarios, que ha venido actuando de rémoras del PSOE, a exteriorizar si, en verdad, están por la tarea de levantar el país o sólo están esperando la ocasión para seguir chantajeando al Gobierno, a cambio de algunos pactos puntuales que los favorezcan; lo que le permitiría a ZP maquillar el presunto fracaso de la Comisión que, evidentemente, sólo ha tenido una única finalidad: intentar poner en un brete al PP para poder decir, si se retirase de las discusiones, que la culpa es suya por no arrimar el hombro o, si se aviniese a apoyar al Ejecutivo y la política seguida fracasase, culparlo como corresponsable del presunto desastre. Ambas cosas perjudiciales para la formación de Rajoy.
Pero veamos que son “todos” para estos señores, que pretenden que aumentemos nuestra confianza en la economía patria. ¿Un número indeterminado de españoles?, porque sabemos que, al menos en democracia, lo que sucede es que “todos” son los que eligen a unos pocos, o no tan pocos, para que se ocupen de sacar el país adelante, tomar las medidas precisas para que la economía pueda sostenerse y mejorar, permitir a la iniciativa privada que se ocupe, por si misma, de fomentar sin cortapisas, impuestos excesivos, intromisiones de la Administración y dentro de un mercado libre; la colocación de sus productos en España y en el resto del mundo. Para lo cual, lo único que debe hacer el Gobierno es procurar una marco laboral y financiero que permita a los empresarios adecuar las plantillas a las necesidades productivas y fomentar que los bancos cumplan con sus funciones crediticias, para dar oxígeno a los miles de empresas viables que existen en nuestro país, asfixiadas por falta de liquidez y exceso de personal. Es evidente que, la gran masa de la ciudadana no tendrá confianza en salir de la situación de desconfianza actual, hasta que el Gobierno incentive a las empresas (menos impuestos, más flexibilidad laboral, más competitividad, más créditos blandos etc.) para que éstas, a la vez, creen puestos de trabajo que, permitan disminuir el paro.
¿Es que ustedes pueden creer que, con señor Méndez de UGT, constituido en vigilante de nuestra economía, hay alguien en España que pueda tener esperanza de salir del atasco? Esto sería tanto como pedir que creyéramos que ZP sabe algo de economía. ¡Un imposible!