Pilar Muñoz. 12 de marzo.

Los instintos o tendencias son pulsiones indiferenciadas que siempre tratan de conseguir un objetivo: satisfacer una necesidad, explícita o implícita. Las emociones o estados de ánimo negativos, intensos y prolongados facilitan la liberación de ese estado displacentero mediante conductas agresivas.

De otro lado, la psicopatología explica cómo la impulsividad genera respuestas no planificadas, sin considerar las consecuencias, ante estímulos externos, que pueden ser inhibidos por otros sujetos que no padecen esta dimensión impulsiva, o que tienen control sobre la misma.

Hemos de considerar diferencias básicas para poder categorizar el terrible suceso ocurrido en un centro de enseñanza alemán. Los términos agresividad, agresión, conducta agresiva, hostilidad y violencia. La agresividad es un instinto que responde más a una conducta defensiva. Los términos agresión, respuesta agresiva y conducta agresiva son equivalentes, responden a actos hostiles externalizados. La hostilidad hace referencia a un sentimiento de irritabilidad, negativa a cooperar, celos, actitudes suspicaces y oposicionistas. La violencia designa una actitud violenta extrema ante seres humanos. Luego la conducta violenta es una patología de la agresividad.

La hipótesis diagnóstica del joven alemán puede responder a una combinación de lo anteriormente expuesto. Posiblemente este joven haya mostrado indicadores de sufrimiento personal y desadaptación al entorno:

1.    Sentimientos de fracaso personal
2.    Irritabilidad e impulsividad instaladas e intensas.
3.    Baja tolerancia a la frustración.
4.    Escasas habilidades sociales, y baja empatía con el otro.
5.    Estados de ánimo alterados y fluctuantes.
6.    Rasgos depresivos y/o ansiógenos.
7.    Exclusión social y sentimientos profundos de inutilidad
8.    Ausencia de sentido vital y metas realistas
9.    Desorden afectivo, con escasos vínculos emocionales
10.    Vivencias demoradas de humillación y vejaciones no explíctias.

Si se configuran en un momento determinado varios síntomas negativos, y encadenados con un estímulo potente externo: discusión familiar o social, abuso de alcohol, o adición a mundos virtuales, sería fácil explicar la terrible respuesta del asesinato múltiple.

Por último hemos de analizar cómo las sociedades opulentas y tecnificadas poseen facilitadores de la conducta violenta: alto visionado de imágenes con contenido violento, desestructuración familiar, políticas educativas poco individualizadas, individualismo frente a lo colectivo, competitividad capitalista, desmedido interés por el éxito y egocentrismo e inmediatez generalizada.

El corolario resulta fácil, existen individuos con alto riesgo de comportamientos violentos, ahora bien, son la minoría los que ejecutan la expresión máxima del comportamiento.