¿Qué nos dicen los datos del paro?
Tomás Salinas García
67858 parados. Deberían ser 350 menos, es decir, 67508 los que han abandonado en junio y por lo menos un mes (se supone) las filas del paro. Y digo esto porque los inquilinos que tenemos en la carretera de San Jerónimo deberían estar desde hace tiempo, y si éste fuera un país normal, con un gobierno normal en el que no imperase la caradura, en la puñetera calle. Y con ellos, los colegas y demás camaradas que se han puesto las botas asesora que te asesora; un mogollón insultante que nos cuesta riñón y medio.
Ergo, con 350 me quedo corto ya que, entre miembros del gobierno, diputados, senadores, directores generales de la cosa, subdirectores, secretarios del tema, secretarios de los secretarios, delegados varios, subdelegados, presidentes de lo que sea y deje pasta, vice de lo mismo, la tropa de asesores (unos cientos sino miles), familiares y amigos, casi que multiplican por mucho esas tres centenas y media, generando el auténtico agujero negro de la economía española. Visas con piernas que viven a pájara abierta a costa de todos y que en muchas ocasiones no se ganan ni el aire que respiran.
Cualquiera que lea estas líneas puede pensar que pertenezco al grupo de los indignados. Nada más lejos de la realidad. Yo, indignado no estoy, qué va. Lo que estoy es hasta los mismos de partirme los huesos para sobrevivir mientras tengo que soportar a servidores públicos inútiles (en el mejor de los casos), nuevos ricos que con 2400 euros mensuales cambian de coche cada mes y de traje cada día, viviendo como jeques sin habérselo ganado, gente que a los 18 ingresó en una organización juvenil, a los 20 dejó los estudios (total para qué), a los 25 ya tenía cargo y sueldo del partido, a los 30 era concejal y con 35 diputado de cualquiera de los negocietes que permite nuestra democracia, o ministro, que para el caso lo mismo da. Pagarle el sueldo a esta banda para que destruya la sociedad impunemente es del género tonto. Y yo debo serlo, porque sudo y sufro para que no les falte de nada. O participo o soy un antisistema, es lo que hay.
Así que dado que los datos del paro son espléndidos, España es Jauja, el presidente del Gobierno es un grano en salva sea la parte, el vicepresidente dice que sabe cómo sacarnos de la ruina, pero que espera a las próximas elecciones para decirlo (esto es literal, el domingo en Santiago, no tiene desperdicio), el sistema educativo es un desastre de dimensiones increíbles, sanidad no paga nóminas ni proveedores, los ayuntamientos tampoco, la luz sube, el gas también, el rico es cada vez más rico mientras el pobre ya se arrastra por el fondo, la juventud no tiene ni perspectivas ni ilusiones ni posibilidades, hace un calor de narices y tengo que aguantar a unos usurpadores deslegitimados dirigiendo el Estado, opto por manifestar que de indignado nada de nada. Simplemente hasta las gónadas.
Alguien que me aprecia me ha dicho que si quiero ver crecer a los míos es preferible que no me calle, que sea directo, que no le dé vueltas a las cosas, que me exprese con claridad y contundencia. Pues bueno, lo suyo sería que mandase al guano a los padres de la patria tras ciscarme en toda su parentela. Pero como uno debe ser educado y saber morderse la lengua (lo estrictamente necesario), les desearé buenos días, malas tardes y peores noches, que corran la misma suerte que disfrutamos muchos, que la vida sea justa con ellos y les premie con el castigo que merezcan, y que los gusanos no tengan piedad de ellos cuando les llegue la hora, sino/si no antes. No es mucho pero se me antoja semánticamente correcto.