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Diario YA


 

¿Qué tal te suena?

En realidad, ¿cuándo empieza un concierto?. ¿Antes o más tarde de la hora establecida?. ¿Por qué es tan importante este detalle?. Vamos a intentar despejar algunas dudas sobre una práctica cada vez más extendida entre los amantes a la buena música. Con frecuencia asistimos a un espectáculo provistos de la entrada correspondiente porque no suele ser una cita que se deje a la improvisación. En la susodicha entrada figura el nombre de cantante o la banda, el sitio de celebración y la hora de inicio. Y en ese preciso instante, cuando el reloj marca la hora fijada, es cuando constatas que tu concierto no es puntual. Por lo general ninguno lo es. Sabemos que en España la puntualidad tampoco es una tradición muy arraigada, más al norte quizá estén más acostumbrados a ello, aunque tampoco garantizo que nuestros vecinos europeos comiencen los conciertos cuando los anuncian. Hay un ritual que por repetido se va haciendo tradición y que hace demorarse todo concierto que se precie de serlo, aunque sólo sean unos minutos. A saber.

Arreglarse y quedar

Como las cosas buenas, compartidas, saben más buenas, hemos quedado con varios amigos para asistir juntos al concierto. No iremos de cualquier modo, nos arreglaremos de acuerdo con las exigencias del guión: vaqueros, zapatillas cómodas o medio tacón, camiseta y cazadora. En un concierto se canta y se baila, por lo que conviene enfundarse el preceptivo uniforme. Ocurre que en este tipo de espectáculos también se bebe, por lo tanto habrá que desplazarse en transporte público o si se prolonga hasta altas horas, lo más habitual, compartir coche y asignar a un sacrificado que será conductor y abstemio, garante de la integridad del resto.

Con el móvil a tope de carga para las fotos, nos dirigimos al punto de recogida con la entrada bien guardadita y la típica risita floja de la emoción. Road to the gig (camino al concierto) todo serán expectativas y recordatorios en voz alta. La organización sabe que los preparativos estéticos y la logística lleva su tiempo, lo tiene calculado, así que como en los partidos de fútbol habrá tiempo de prolongación.

Aparcar y entrada al recinto

Como si fuese tan fácil. No obstante, los buenos conciertos cierran meticulosamente este aspecto y suelen habilitar bolsas de estacionamiento suficiente con arreglo al público previsto. Pese a ello dejar el coche bien situado llevará su tiempo, ya que vamos hacia un mismo destino como si fuésemos ganado dirigido y todos queremos la plaza más próxima a la entrada. Esta cuestión requiere anticipación y, salvo que uno de la pandilla sea un maniático de la puntualidad, no parece que sea la estrategia más común.

En la cola de entrada al recinto, -sea estadio, auditorio o sala de fiesta- comienza otro espectáculo. Ahí somos todos teloneros con el ejercicio de observación mutua. Seguro que hace mucho que no vemos a tanta gente junta, tan variopinta y sin embargo con similares gustos musicales a los nuestros. Precisamente esta coincidencia nos otorga un sentimiento de pertenencia a un grupo, un toque de exclusividad con el que nos sentimos muy a gusto. A nuestros acompañantes les pasa lo mismo, están contentos y la noche promete.

Comienza el espectáculo

Después de la correspondiente espera y tras intentar sin éxito comprar algunas bebidas en una de las barras de bar –las colas son interminables- se apagan las luces y de desata la euforia. Esto va a comenzar. Sólo se distinguen algunas figuras que toman posiciones en el backline o parte de los instrumentos sobre el escenario. No estábamos presentes, pero hace horas que realizaron las pruebas de sonido y los músicos están listos para dar lo mejor de sí mismos. Suenan los acordes de uno de los temas más conocidos y después de un minuto aparece el protagonista de la noche entre los vítores de una masa enfervorecida, entregada.

Dos horas y media de ritmos y recuerdos se quedan grabadas para siempre en nuestra retina. Ha sido una noche memorable que se repetirá tantas veces como la recordemos con nuestros acompañantes y con aquellos que no tuvieron tanta suerte. Selfis y algunos instantes del espectáculo en vídeo –pese a que estaba prohibido hacer uso de móviles- serán testimonio de nuestro paso por una gran ceremonia de emociones compartidas.

Con este somero repaso al timing de tu gran noche llegamos a la conclusión final de que un concierto no empieza con el primer tema del repertorio ni acaba cuando se apagan las luces sobre el escenario. Comienza justamente el momento en el que consultamos la agenda musical conciertospormadrid.com, la compartimos con el grupo de amigos y elegimos día, hora y sitio para disfrutar de nuestro artista preferido. Ahí las mariposillas empiezan a revolotear en el estómago y alimentan una expectativa placentera que se prolongará por bastante tiempo. Los conciertos en Madrid son parte fundamental en la oferta de ocio nocturno en Madrid, la ciudad que cada día, cada fin de semana, se ofrece para ser escenario de nuestros mejores momentos de diversión.