¿Quién puede cabalgar el tigre egipcio?
José Luis Orella. La primavera árabe que se inició en Túnez llega a Egipto, el verdadero corazón del mundo árabe. Lo que suceda en el país del Nilo tendrá su influencia posterior en todo el mundo árabe. La movilización social contra los regímenes corruptos respaldados por EEUU exige una representatividad real de la sociedad y una distribución justa de la riqueza del país. Pero la brecha abierta por los jóvenes estudiantes, la franja más ancha de la población, puede ser bien aprovechada por los islamistas.
El magma social del islamismo ha crecido a causa del fracaso del Estado de bienestar social árabe; una fuerte demografía, que hace que la primera generación alfabetizada de las ciudades, no encuentre trabajo público; una fuerte emigración del campo a las ciudades, sin escuelas, ni centros sanitarios; un resentimiento cada vez mayor contra la oligarquía nacionalista, laica y enriquecida. Son puntos que han ayudado a que los sectores populares de las grandes ciudades, vean con simpatía la reislamización. Además la prestación de ayudas sociales por estos movimientos, como los Hermanos Musulmanes, y la llegada de los emigrantes de las monarquías del petróleo, con dinero, ha ayudado a crear una clase media, favorable a financiar estos movimientos islamistas.
Los Hermanos Musulmanes nacieron en 1928 de la mano de Hassan al Banna, nacido en 1906 en Egipto. Los hermanos musulmanes al principio eran una sociedad puramente religiosa y filantrópica. Sus principios eran extender los principios morales e islámicos y hacer buenas obras. Hassan era un buen predicador, y un buen escritor. A partir de 1938 pasó a tener actividades más políticas. A partir de los años 40 se infiltraron en las instituciones oficiales egipcias. En 1948 y 1949, los ataques terroristas provocaron el asesinato de su fundador por el gobierno. Pero el principal y más influyente intelectual islámico egipcio fue Sayyed Qotb, de la misma generación que al Banna, fue escritor de poesía y ensayo. Su estancia en EE.UU. (1948-1951) le acercó a un Islam más activo. Trabajó por un método que entroncase al Islam con la realidad social, pero chcoó con el gobierno nacionalista de Gamal Abdel Nasser, el Padre de la nación Árabe, quien lo detuvo y lo condenó a muerte en 1966.
Desde entonces los Hermanos Musulmanes han mantenido una fuerte estructura social que les ha dado una fuerte simpatía popular; influencia en las universidades, por su sistema de becas, y el liderazgo de la oposición política. En el parlamento anterior a las elecciones de diciembre del año pasado llegaron a tener 88 diputados, que desaparecieron en estas últimas, generando una de las principales causas de la movilización. El otro partido importante, es el nacionalista histórico Wad, donde han militado también cristianos coptos. Aunque los EEUU estén contentos por el protagonismo de los estudiantes de la American University de El Cairo, los Hermanos Musulmanes han estudiado la conquista del poder por el Iman Jomeini, disponen de la mejor organización, y saben que la democracia les daría el triunfo. Ahora la solución para evitar una sangre es como conciliar una democracia prooccidental con un islamismo tenue. El modelo turco se impone, y los cristianos coptos tiemblan ante la desaparición de Mubarak, a quien sigue apoyando el Papa copto Shenouda III. Entretanto, Israel mira con preocupación la desaparición de sus vecinos amigables, quizás sea necesario eliminar a las agresivas colonias de Cisjordania y especialmente las de una Jerusalén cada vez menos cosmo