¿Rescoldo o rebrotes de “terror rojo”?
Fernando José Vaquero Oroquieta. Permítanme, para situarnos, una cita un tanto larga y farragosa: «El Partido Comunista Obrero Español, reafirmando su lealtad y fidelidad inquebrantable al marxismo-leninismo así como a su táctica de masas, no dudará en dar la batalla, afrontando con determinación y firmeza su lucha a muerte contra la burguesía en los frentes económico, político e ideológico. Las condiciones objetivas para asentar con solidez las estructuras orgánicas y desplegar la política de masas del Partido están dadas. Es preciso fortalecerse internamente para extenderse con solidez y eficacia. Forjado al calor del socialismo científico, el Partido Comunista Obrero Español no desfallecerá a la hora de cumplir con disciplina proletaria su Programa, emanado del XIV Congreso y enriquecido en los diferentes Plenos del CC celebrados. No ahorrará ni un solo sacrificio a la hora de elevar la conciencia política del proletariado, caminando con rumbo fijo y sin etapas intermedias hacia el único régimen decoroso para el género humano; el socialismo, la dictadura del proletariado» (VII Pleno del Comité Central del PCOE, Sevilla 2 de marzo de 2013). ¡Increíble!
No, nos hemos equivocado de fecha: ¡se trata de un texto de nuestros días! No es, pues, fraseología revolucionaria pronunciada en un mitin de Lenin en 1919, o por Dolores Ibarruri en 1936.
Para sus autores -comunistas intransigentes poseedores de la única verdad científica indiscutible- no parece que haya caído el Muro de Berlín. Ni les importan un comino las víctimas y sufrimientos del genocidio del Gulag soviético acaecido durante décadas y desde el mismísimo inicio de la Revolución rusa; ni los del Holodomor, otro exterminio multimillonario por el que sus camaradas comunistas masacraron Ucrania por hambre en 1933 como instrumento revolucionario de “pacificación”. Ni las masacres de la Revolución Cultural china desencadenadas a partir de 1966; ni las hambrunas de 1984 que siguieron al “terror rojo” de 1977 desatado por los comunistas etíopes del criminal Mengistu Haile Mariam, etc., etc.
Repiten, persisten y amenazan con sus viejas tácticas… ¿también con el terror?
«Como conclusión, los próximos meses, van a ser trascendentales: el desarrollo de la crisis económica va a provocar nuevos movimientos de lucha y no son de descartar incluso estallidos sociales espontáneos o localizados. La lucha por construir la unidad por la ruptura democrática con el régimen va a ser un eje fundamental de nuestra intervención. Y en ese camino debemos trabajar por unificar las luchas y movilizaciones sectoriales y dotarlas de contenido político, de objetivos políticos generales, que sitúen el centro de la diana sobre el que disparar. “Gobierno dimisión” y “Frente Popular por la III República” son nuestras consignas tácticas» (del Informe al Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España Marxista-Leninista, 30 de junio de 2013).
Esta nueva cita no es casual: el PCE (m-l), reconstruido en octubre de 2006, impulsó en su día una organización terrorista que asesinó a policías y guardias civiles en 1974 y 1975: el nefasto FRAP (Frente Revolucionario y Patriótico).
Las anteriores son dos ejemplos de otras miles de citas escritas análogas. Y hemos mencionado únicamente a dos organizaciones concretas del abanico, de más de un centenar de ellas, de ideología comunista que está reverdeciendo en España al calor de la crisis.
Se odian entre sí. Se federan, integran, escinden, se reorganizan, se excomulgan con ardor revolucionario... Y lanzan “juventudes”, se infiltran en CC.OO. y UGT, crean organizaciones-pantalla y correas de transmisión… Lo que han hecho siempre: activismo agotador, escritos interminables, faccionalismos incomprensibles, crípticos dogmatismos (frutos del “izquierdismo”, como enfermedad infantil del comunismo, que diría Lenin). Todo ello… a la espera de una oportunidad, en un contexto de crisis en el que la izquierda “moderada” y del entorno de Izquierda Unida enarbola con rabia, en toda ocasión que se les presente, las banderas tricolores con ánimo de ruptura, desvelando una faceta guerracivilista que creíamos extinguida.
Así, recordemos que en otro contexto de crisis, el de los años del tardofranquismo y los primeros de la Transición a la Democracia, algunos de ellos dieron el salto al terrorismo: el FRAP (desde el PCE m-l), el GRAPO (del PCEr), el PCI (I) y su “kale borroka” en Barcelona, ETA con sus diversas ramas, Terra Lliure, la Liga Armada Gallega…
Y lo mismo puede afirmarse respecto a la nebulosa anarquista: crecen, se extienden, desfilan en manifestaciones integrando los llamativos “bloques negros” de embozados jóvenes prestos a la guerrilla urbana...
Incluso, hoy día, una nueva generación de terroristas se lanza a la clandestinidad: Resistencia Galega, espoleada por los históricos del extinto Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive.
Paradójicamente, la más letal de todas ellas, ETA, aparentemente se acaba, al menos en su expresión terrorista pura y dura.
Pero, estos “profesionales de la revolución” y de la verborrea pseudocientífica, ¿no caerán de nuevo en la tentación del “atajo”? Su victoria es inevitable, aseguran, pero, ¿no querrán acelerar “las contradicciones del sistema” y desbordar los plazos ineludibles de la Revolución Proletaria Universal?
De momento, no faltan los “cantos de sirena”: «Jóvenes comunistas, militantes de la Juventud Comunista de España (marxista-leninista), en los momentos en que os alcancen el desaliento y el cansancio, en los instantes de incertidumbre y pesimismo, pensad que la militancia comunista es un timbre de gloria, es un orgullo. Sois un ejemplo y el referente para millones de jóvenes. La semilla que hoy sembráis será la espléndida realidad del mañana socialista. Pasará el tiempo, muchos acontecimientos que hoy nos parecen trascendentales quedarán relegados al olvido, desaparecerán con el transcurso de los años, pero vosotros, hombres y mujeres de la JCE (m-l), estaréis siempre presentes en la memoria del pueblo. Vuestra huella será imborrable. Hoy formáis parte viva de la historia de nuestro país. Mañana entraréis en la leyenda. Manteneos firmes en vuestras convicciones comunistas, combatid sin desmayo al enemigo de clase y que vuestra palabra sea la voz de los que nunca son escuchados. Estáis aquí, herederos de la revolución de Octubre, para cambiar el mundo, para asaltar los cielos» (A la juventud comunista, por Carlos Hermida, 7 de septiembre de 2013).
De momento: petardazo en El Pilar de Zaragoza, paquetes explosivos dirigidos a algunos clérigos españoles, agresiones a estudiantes antimarxistas en Sevilla y otras ciudades, amenazas de muerte en las redes sociales: “pegar tiros a los huevos de los fascistas”, proponía una cándida muchachita… (¿no recuerdan cuando un concejal comunista proponía “empalar” a Toni Cantó?, pero ¿se ha enjuiciado al energúmeno?, ¿alguien ha tomado alguna medida contra tamaña agresión?).
La realidad es mucho más compleja y menos explosiva de lo que esos profetas del miedo y el terror aseguran. Son una pequeñísima minoría, ciertamente, pero juegan con fuego; un fuego que encendió en muchos lugares del planeta el “terror rojo”. Un terror que, increíblemente, algunos añoran y del que nos llegan, de nuevo, y en pequeñas dosis, algunas chispas.
Desde el actual Gobierno se proponen perseguir, con el Código Penal en la mano, a los “negacionistas” del Holocausto nazi. Pero permiten campar a sus anchas a los apologetas de las mayores masacres que ha sufrido la humanidad. Ni se arrepienten, ni piden perdón. Ni se les persigue; faltaría más. Entonces, ¿por qué esa doble vara de medir del Partido Popular? Si un día próximo algunos cachorros del marxismo revolucionario retoman el “terror rojo”, los dirigentes del Partido Popular no podrán afirmar que no sabían nada de nada: con sus complejos están alimentando la hoguera.