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Diario YA


 

Una insólita presentación

“Los cuentos de Hoffmann” cierra la temporada de ópera en el Teatro Real

Luis de Haro Serrano

El Teatro Real cierra la presente temporada de ópera escenificada con la presentación del atractivo título de Offenbach “Los cuentos de Hoffmann” (1881). Realizada con una producción propia preparada en colaboración con la Opera de Sttugart. Tiene la particularidad de ser el último proyecto escénico del exdirector artístico Gerad Mortier, que ha sido el inspirador de esta puesta en escena basada en la imaginaria relación que puede guardar la estructura multifuncional del madrileño edificio del Círculo de Bellas Artes con el desarrollo ideológico con que Jules Barbier elaboró el libreto, centrado a su vez en algunos de los escritos realizados por el polifacético E.T.A. Hoffmann. La esencia del contenido de la ópera de Offenbach es un contraste de proyectos en los que confluyen diversas ideas que consideran a la mujer como un mero objeto de pasiones incontroladas, tal y como se debate la torturada mente del poeta Hoffmann, que sueña con el amor de tres mujeres diferentes que, en realidad, son una sola: Stella.

La puesta en escena corre a cargo del tándem formado por Christoph Marthaler y la escenógrafa y figurinista Anna Viebrock, que ya el pasado año intervinieron en la producción del “Wozzeck“ de Janacek. Siguiendo la idea de Mortier, Marthaler y Viebrock no han dudado en utilizar y llevar al centro del escenario una réplica de la escultura de la mujer, blanca y desnuda, que se encuentra en la entrada de dicho edificio, así como hacer un recorrido por sus diversas dependencias para ir dando cabida a esa imaginaria relación “Círculo-Hoffmann”, que en principio podría resultar original, pero que lo único que ha conseguido ha sido distorsionar la mente del espectador que, desde el mismo prólogo, se siente perplejo ante la profusión de elementos que, sin mucho orden, se acumulan sobre la escena, movidos sin mucho sentido por un rebuscado automatismo.

De las diversas versiones que de “Los cuentos“ q se han realizado al no haber podido terminar Offenbach su obra debido a su prematuro fallecimiento, por lo que solo pudo acabar la parte de piano y canto, Silvain Cambreling ha elegido la más coherente por su atractiva musicalidad: la realizada por Fritc Oese.. Para el futuro, según todos los indicios, se va a llegar pronto a un consenso para darle una unidad de criterio a sus próximas puesta en escena., dado que, tras diversas vicisitudes y luchas empresariales, parece ser que gracias al acuerdo logrado en 2011 entre dos importantes editoriales musicales rivales, se está cerca de conseguir la edición de una partitura definitiva de estos “Cuentos”, lo más pcercana posible a la realizada realmente por el compositor, que se conocerá, lo más probable, con el nombre de “Edición Offenbach”.
El citado tándem escénico ha concebido una producción solo para oir, no para ver y oir. Eso no es ópera, como se sabe de sobra. este género es el resultado de la conjunción armonizada y lógica entre lo que se ve y lo que se oye. Si, por cualquier razón ¬ como , por ejemplo, puede ser un exceso de “divismo” al que últimamente nos tienen tan acostumbrados algunos directores “estrella” que quieren hacer la guerra por su cuenta amparados en un determinado esnobismo, el espectáculo, como es natural, queda cojo. En este caso, la cojera ha resultado traumática porque no se justifica con los últimos cinco minutos, bastantes atractivos., que solo han sido un cortito punto de luz. Como se puede fácilmente comprender, no es suficiente. No se entra en detalles concretos porque no merece la pena y la lista podría resultar, ,tal vez, demasiado extensa y dolorosa-.

El aspecto sonoro, instrumental y vocal, ha sido excelente, no solo por la extraordinaria labor de la orquesta, magníficamente llevada por Till Dröman (2º director) sino por el extraordinario trabajo de todo el elenco, que ha hecho gala de unas extraordinarias voces, con elegancia, brillo y seguridad, así como por sus cualidades escénicas. No obstante, merece la pena destacar el trabajo de Ana Durlovsky (Olympia) muy segura y valiente en su difícil y larga serie de escalas, así como el de Measa Bruggergosman, tanto en su papel de Antonia, tan lírico y melodioso, como en el de Giulietta, por sus grandes cualidades dramáticas Y el de Anne Sofie von Otter como musa y Nicklausse. Vito Priante, ha bordado todas las facetas de sus cuatro papeles, destacando en el del supermalvado Lindorf y, más concretamente en la bellísima aria del capítulo de Giulietta ”centellea el brillantre”. Jean –Noël Brien ha sido también un excelente Hoffmann, vibrante , expresivo y con un timbre atractivo y seguro en los agudos.

Para el historiador musical K. Pahlen, Offenbach es en esta obra, además de lírico y exuberante, dramático y, en algunas ocasiones, cómico, serio, dulce o sensual, según lo requiera el libreto.

Las estadísticas de “óperabase” sitúan este título en el lugar número 30 de las cien óperas más representadas durante el periodo 2005/2010, la 2ª de Francia y la 1ª de su catálogo general de óperas: “Barbazul”, “Orfeo en los infiernos” o “La bella Elena”, entre otras.