“París bien vale una misa”
Suso do Madrid. Ante la aceptación de Zapatero a la invitación de Obama a acudir al tradicional “Desayuno de oración” viene a la cabeza la celebra frase “París, bien vale una misa”. Pero recordemos que en 1562, Enrique, hijo de Antonio de Borbón y de Juana de Albert, heredó el reino de Navarra, con el nombre de Enrique III de Navarra. Bautizado católico, su madre (francesa) lo convirtió al calvinismo y se casó a su pesar con la hermana del rey de Francia, Carlos IX por lo que pasó a ser primo del heredero, también llamado Enrique III, a quien sucedería en el trono franco.
En aquellos momentos, Francia se debatía en guerra entre católicos y protestantes (los hugonotes) y su designación como heredero del Trono francés suscitó la “guerra de los Enriques”. Cuando subió al poder en 1589, la presión de la Liga Católica, impidió al soberano navarro que el comienzo de su reinado fuese en toda la extensión nacional, y a no hacerse con París, la capital, quedando en desventaja por su condición protestante, lo que le obligó a convertirse un 25 de julio de 1593 con las célebres palabras: “París, bien vale una misa”, que no es más que su reflexión de cómo un calvinista tenía que disfrazarse de católico con tal de llegar al poder. Y, en efecto, el rey navarro fue proclamado rey de Francia con el nombre de Enrique IV
Desde entonces, su frase ha pasado a la historia con un significado muy concreto: si para alcanzar lo que se quiere hay que afrontar un trabajo penoso o por un sacrificio, el resultado vale la pena. El este caso se cumple al pie de la letra, con tal de salir en la foto, Zapatero ha aceptado acudir a una oración comunitaria a pesar de no creer en nada que no sea su ideología nihilista. Debe pensar “Obama bien vale una oración”.