13 DE JULIO 1917-2017: El infierno, Rusia y el Secreto
Fidel García Martínez Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica. Primer Premio “María Zambrano”
El 13 de julio de 1917 tiene lugar la tercera aparición de Nuestra Señora a los tres pastorcillos- dos de ellos hoy santos, Jacinta y Francisco y su prima Lucía en proceso avanzado de beatificación. Esta tercera supone un antes y un después en el conjunto de las apariciones. En ella encontramos los elementos fundamentales y más analizados, como es el famoso secreto y muy principalmente su tercera parte. La mejor fuente de información es el testimonio escrito que ha dejado Sor Lucía.
Es muy perjudicial dejarse embaucar por los autoproclamados hermeneutas, a los que sólo les mueve la fama y/o el dinero o la trasgresión mentirosa del escándalo. Las circunstancias en las que tienen lugar esta aparición son muy difíciles para la pequeña Lucía. Todas las personas incluidas su madre y el párroco de Fátima, las cuestionan y dudan de su veracidad. Así el párroco, quien admitiendo la posibilidad de que Lucía no mienta, duda que las apariciones sean verdaderas, pues tenía que haberlas comunicado a algún confesor o al mismo párroco. Incluso, según el párroco podía ser una argucia del mismo demonio. Para el para el párroco la mejor prueba de la veracidad de las apariciones sería el futuro. El timorato párroco al recurrir al futuro como prueba de la veracidad de las apariciones, sin darse cuenta, quizá, estaba acertando: el futuro ha demostrado que son auténticas; la reciente canonización de los dos hermanos es una prueba irrefutable. Lo cual no supone que no falten quienes no sólo no admiten la realidad de las apariciones, porque según ellos son imposibles, lo que supone negar la realidad síntoma de enajenación mental, por la que se niegan los hechos cuando contradicen prejuicios y/ o mala fe.
La posibilidad de engaño diabólico produjo un efecto desbastador en la persona de Lucía, lo que se aumentó más aún, con la postura de su madre, quien, para que su hija dejara las apariciones, la amenazó con la influencia del demonio. Esto fue rechazado por Lucía con un razonamiento muy sencillo pero contundente: “¡No es el demonio. El Demonio es feísimo, está en el infierno: la Señora es muy hermosa y nos ha dicho que iremos al Cielo”!
Las dudas seguían, porque a Lucía la presionaban de todas las partes y por continuas prohibiciones para que no volviese a Cova da Iría nunca más. Hasta tal punto estaba turbada Lucía, que empezó a sentir una auténtica aversión a la compañía de sus primos, no quería ni verlos. Además la madre utilizaban toda su autoridad para convencerla que de ninguna de las maneras debía ir a Cova da Iría. Sin embargo el día 13 de julio estaba cercano, y la Señora les había pedido que no faltasen. La víspera día 12 gran cantidad de curiosos, devotos, escépticos y malintencionados, se acercaban a las inmediaciones de Cova da Iría. Mientras Lucía no estaba animada a ir, sus primos se mantenían firmes en ser fieles a la cita con la Señora. Por eso preguntaron a Lucía.
-¿Por qué no quieres ir?
Lucía les respondió.- “No, no voy. Si la Señora os pregunta por mí, le decís que no voy porque tengo miedo que sea el demonio.
La mañana del día 13 (nos cuenta Lucía) después de aquellos días oscuros y tormentosos experimentó una cambio muy significativo y como afirma: a la hora que debía partir, me sentí de repente impelida a ir por una fuerza extraña (…) Me puse en camino, pasé por casa de mis tíos, para ver si estaba allí Jacinta, la encontré en el cuarto, con su hermano, Francisco, de rodillas al pie de la cama llorando. Les pregunté:
-¿Entonces no vais?
Respondieron: - Sin ti no nos atrevemos a ir. ¡Anda ven!
Respondió: -“Ahora voy”. Con semblante alegre, partieron juntos a Cova da Iría. Allí se había reunidos más de 1500 personas que les impedían avanzar hacia el lugar de las apariciones. Momentos después de llegar, junto a la encina, mientras rezaban el rosario, rodeados de curiosos, vimos- escribe sor Lucía- el reflejo de la luz acostumbrada y a Nuestra Señora sobre la encina. Así describe el diálogo con la Señora:
-¿Usted qué quiere?
- Quiero que vengáis aquí el 13 de mes que viene; que continuéis rezando el Rosario todos los días, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra (1914-19).
En este momento Nuestra Señora manifestó a los niños algunos aspectos más esenciales y definitivos del mensaje de Fátima, como la visión del infierno, elemento que implementa de alguna manera el secreto de Fátima en sus tres partes, especialmente la tercera.
En la primera parte del mensaje los niños experimentaron la visión del infierno, que produjo en ellos tal impresión que pidieron con un grito ¡AUXILIO! Lucía narra así esta misteriosa visión infernal, sirviéndose de símbolos tomados muchos autores espirituales como se puede ver en la grandiosa visión que Santa Teresa narra en el libro de la Vida, sin duda alguna una de los más grandiosas y dantescas. Escribe sor Lucía: “El reflejo pareció penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas- como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana-flotaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas salían mismas salían juntamente con nubes de humo, cayendo por todos los lados, semejantes al caer de las chispas de los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y de desesperación y hacían temblar de pavor (debió ser el ver esto que di ese grito que todos dicen haber oído). Los demonios se distinguían por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones encendidos. Asustado y como pidiendo socorro, levantamos la vista a Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza: “Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hiciereis lo que yo os digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche iluminada con una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, mediante la guerra, el hambre y la persecución de la Iglesia y del Santo Padre”
Les comunica el fin de la primera guerra mundial (1914-19). Y el anuncio de próxima y segunda guerra mundial, la persecución a la Iglesia y al Santo Padres.
La segunda parte: la Señora le pide que la Iglesia promueva y propague la devoción al Inmaculado Corazón. La consagración de Rusia de lo contrario extenderá por el mundo la impiedad y el ateísmo, así como el triunfo de la Revolución con las consiguientes persecuciones. Todo se ha cumplido durante el siglo XX. Ningún historiador, ni sociólogos ni futurólogo había hablado de la revolución de octubre de 1917
La tercera parte. Es la que más controversias ha originado con las interpretaciones más descabelladas y oportunistas.
El magisterio de la Iglesia se ha ocupado con prontitud y agilidad de esta interpretación. Un valor especial es la Interpretación que en su tiempo hizo el papa emérito Benedicto XVI, cuando era Prefecto de la congregación de la Fe y máxima autoridad en la materia. Esta tercera parte la escribió Sor Lucía estando en Tuy el 3 de enero de 1994, por mandato de D. Juan Alves Correira da Silva, después de una enfermedad de Sor Lucía y ante la posibilidad de una muerte prematura, lo que significaría que muchas de sus experiencias, vivencias y mensajes de Nuestra Señora quedaran en el olvido. El texto fue hecho público en Fátima al final de la celebración presidida por al papa San Juan Pablo II, el 13 de mayo del 2000. La apelación al futuro del párroco de Fátima como criterio de veracidad ha demostrado la objetividad verificable de las Apariciones de Fátima, tal como han sido aprobadas por todos los papa desde Pío XII al Papa Francisco y muy especialmente San Juan Pablo II, el Papa de la caída del Muro, y víctima del intento frustrado del magnicidio el 13 de mayo de 1981.