José Luis Orella. El 23 de enero hizo 18 años desde el asesinato de Gregorio Ordóñez, a quien las encuestas le daban ganador en las municipales de San Sebastián. Desde entonces ha existido toda una involución que ha llevado a Bildu a convertirse en la regidora de la bella Donosita. El asesinato de Gregorio Ordóñez fue el preámbulo de una ofensiva mayor contra el colectivo municipal. Aunque las diferentes formaciones de derechas habían sufrido un desgaste sangriento en su militancia vasca durante la transición. La amnistía de 1977 proporcionó unos cuadros de una banda desmantelada que en tres años 1978-1980 causó casi trescientos muertos. Los objetivos fueron dos, miembros de las fuerzas armadas o policiales y líderes civiles que pudiesen protagonizar alternativas de derechas en el ámbito vasco. A partir de 1982, se procederá a la misma política contra los socialistas.
En el caso de Gregorio Ordóñez, concejal de 36 años de San Sebastián, la razón fue que se había convertido en el símbolo de la renovación en el País Vasco. Su militancia en AP provenía de 1977, cuando el asesinato del padre de un amigo le sirvió de espoleta para intervenir en la política de su ciudad. La beligerancia contra la violencia fue uno de los puntos que pronto mas resaltaron de su personalidad. La tenacidad y una incansable capacidad de trabajo estaban labradas en el ejemplo de su familia, de origen humilde, que regentaban una lavandería. Desde 1987, su labor diaria de contacto con la ciudadanía de la calle le llevó a la obtención de tres concejales. En el ayuntamiento donostiarra le fue confiada la delegación municipal de turismo, siendo uno de los responsables de la recuperación turística de la buena imagen de la Bella Easo. Su disponibilidad hacia sus vecinos, con un contacto permanente con la ciudadanía de la calle y una estrecha relación con la prensa, provenía de un sentido del deber forjado en una catolicidad que le hacía ver su vida pública como un servicio a la ciudadanía. Esta capacidad de liderazgo le convirtió en un revulsivo, y un protagonista de peso en la vida municipal donostiarra.
Su prestigio le hizo ser en 1990 parlamentario de la cámara vasca, miembro de la Junta directiva nacional del PP, presidente provincial del partido y teniente de alcalde de San Sebastián. Simpatizantes de la formación liberal llegaron a decir que la existencia electoral del partido se debía al liderazgo local de Gregorio Ordóñez y su intensa entrega a la ciudadanía donostiarra. Pero su combatividad política contra el alcalde socialista le llevó a descubrir corrupciones política y los topos que ETA pudiera tener dentro de la institución municipal, lo que le llevó a convertirse en una persona con un gran apoyo popular, pero poco grato para caciques políticos y sicarios terroristas.
Cuando el 19 de enero de 1995 fue proclamado candidato a la alcaldía de San Sebastián, la posibilidad de que pudiese ganar era totalmente realizable, después de 18 años de intensa vida pública del joven dirigente. Sin embargo, cuatro días después, ETA decidía evitar con su asesinato lo que parecía imparable. Su asesinato pudo realizarse por la negativa del gobierno nacionalista de entonces de otorgarle escolta. Desde entonces, los políticos de su madera solo crecen en otras formaciones, cercanas a una sociedad sana, pero alejadas de una casta privilegiada.