180 aniversario del fallecimiento de Fernando Sor (1778-1839)
José Antonio Bielsa Arbiol. Este próximo 10 de julio se cumplirá el 180 aniversario del fallecimiento de Fernando Sor (1778-1839), el más internacional de nuestros compositores-guitarristas -llamado el “Beethoven de la guitarra”-, cuya carrera se desarrolló entre España, Francia, Inglaterra y Rusia.
Descendiente de una prominente saga de militares y nacido en Barcelona el 13 de febrero de 1778, José Fernando Macario Sor no supo nunca nada (valga el anacronismo) de separatismo, lazos amarillos y ce-de-erres. Este catalán, hispano hasta los tuétanos (mas con sangre gala en sus venas), nació español y como tal murió en París, el 10 de julio de 1839 (de un cáncer en la lengua). Educado en la Escolanía de Montserrat y la Academia Militar de Barcelona, Sor fue un patriota español, y casi siempre dio ejemplo de ello (aunque como voluble hombre de carne y hueso, fue también esclavo de las ambiciones).
A los treinta años de edad verá la Patria invadida por el Francés y, ni corto ni perezoso, procederá a vigorizar el espíritu nacional firmando piezas para guitarra o para piano contra Napoleón, con letras tan contundentes y diáfanas en su mensaje como su “Canción de los defensores de la Patria”.
Su año fatídico será el de 1810, cuando por unos motivos no muy claros termine por aceptar la monarquía de José I Bonaparte y pase a integrarse en su maquinaria administrativa. ¿Oportunismo político? ¿Falta de cálculo? En consecuencia, se verá obligado en 1813 a abandonar España con los invasores.
Se ha dicho con frecuencia que Fernando Sor fue masón, y que sus ideas liberalescas le fueron infectadas por el espíritu de las Luces, pero nada de esto parece cierto o, al menos, confirmado. Otra cosa bien distinta es que la francmasonería quiera apropiarse de su nombre, como ha venido haciendo desde siempre con el de tantos otros. Lo que sí es evidente es que Sor era un artista y un intelectual en contradicción con sus raíces y su tiempo, y esto le iba a suponer grandes quebraderos de cabeza de los que apenas podemos hacernos una idea. Como Goya, como tantas otras figuras eximias de la cultura legítima española, marchó a Francia… en condición de traidor a la Patria y con un gran peso de conciencia.
En contrapartida, pudo pasearse por los más relamidos cenáculos galos, puerta de acceso y llave para alcanzar al fin el gran éxito, algo que seguramente no hubiera consolidado de no haber cruzado los Pirineos; su caso, aunque bien distinto, nos recuerda al de Manuel de Falla en el siglo XX: eran españoles hasta la médula, pero fue necesario el empuje de Francia para hacerles ver, magnificada, su “españolidad” esencial, sus rasgos tan exclusivamente hispanos, en su vida como en sus obras.
Como sin quererlo, surgen a continuación una serie de preguntas pertinentes: ¿era realmente la guitarra de Fernando Sor una guitarra netamente española, como la de Gaspar Sanz en el siglo XVII o la de Regino Sainz de la Maza en el XX? ¿Practicó nuestro hombre una manera internacional empapado de pintoresquismo y estilo galante que poco tenían que ver con los ritmos y melodías procedentes del folklore español? ¿Cuánto de español preservó en la caligrafía de su escritura, tan virtuosa a la par que asequible al oído? Dejamos el campo abierto a los musicólogos para responder a todos y cada uno de estos interrogantes.
Por lo demás, Fernando Sor tocó todas las cuerdas del pensamiento musical, y sería un gran error vincularlo sólo a la composición para guitarra. La música orquestal, escénica, de cámara y vocal no le fueron ajenas, muy al contrario, se prodigó en todos los géneros con resultados notables o sobresalientes, firmando un par de óperas, siete ballets, dos sinfonías, un concierto para violín, tres cuartetos de cuerda (perdidos) y varios concertantes para guitarra y cuerdas (igualmente perdidos), decenas de canciones, etc. Pero han sido las composiciones para guitarra las que han sobrevivido al tribunal de la historia, pasando a ocupar un puesto de honor en la primerísima fila del catálogo de la literatura para guitarra (destacando su soberbia serie de Fantasías).
Gran pedagogo, también dejó un Método para guitarra, publicado en 1830, de enorme difusión en su tiempo y traducido a varios idiomas.
Cómo visitar la tumba de Fernando Sor
Para visitar la tumba de Fernando Sor, el viajero tendrá que ir al más bonito de los cementerios de París: el de Montmartre, creado en 1825 y con casi 11 hectáreas de terreno; este pequeño Père-Lachaise Vip es un verdadero museo escultórico al aire libre, y acoge unas 20.000 sepulturas, entre las que se encuentran las de un puñado de importantes músicos y compositores: Hector Berlioz, Jacques Offenbach, Léo Delibes, las hermanas Boulanger, Jacques Fromental Halévy, Adolphe Adam, Joseph Kosma, André Jolivet, Henri Sauguet, Victor Massé, etcétera.
Pues bien, entre estas tumbas descuella la de nuestro Fernando Sor, ubicada en la División 24, antes de que la Avenida Travot gire y se encuentre con la Avenida Samson. La tumba tiene una vistosa estatua del escultor canario Ángel-Peres, y una placa rota de Los Amigos de la Guitarra de París.