Enric Barrull Casals
Como ha sido notorio, los casos de pedofilia que afectan a sacerdotes en diversos países han planteado un problema especialmente grave. Benedicto XVI ha reaccionado con valentía y con transparencia, por mucho que ciertos sectores intenten buscar pretextos para justificar su sectarismo ideológico. El Papa asume la responsabilidad de la Iglesia y es patente su compromiso -reiterado- de llevar a los responsables ante la Justicia ordinaria. Es ahora imprescindible que estos planteamientos se traduzcan de inmediato en hechos concretos, lo que supondrá un resarcimiento moral para las víctimas y permitirá a la Iglesia contribuir a que los culpables sean juzgados por sus actos.
En todo caso, la campaña injusta de difamación y generalización de la culpa de unos pocos no debe hacer mella en la firmeza de la Iglesia para la defensa de su posición en un mundo que necesita más que nunca una orientación moral. Cinco años y medio después de haber sido elegido, el balance de Benedicto XVI es en todo caso muy positivo.