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Diario YA


 

de los autores Miguel Ángel Olmedo Fornas y Luz Trujillo. Editorial Nostrum

Aguja, sutura y el mapa de España

Parece que fue ayer porque el tiempo vuela. Sin embargo, ya han pasado cuatro décadas desde las postrimerías de 1975 y lejos de transitar nuevos paisajes, con amplias perspectivas, en España cada vez se aprecian más similitudes con los años treinta del siglo XX.
    Llueve sobre mojado. Una lluvia pertinaz, aunque engañosa, que empapa a los caminantes con su manto demagógico e inunda los caminos de alienante populismo. Cae con sigilo y constante intención una cortina de opacidad con gran semejanza a un pesado telón fabricado con materiales resistentes y duraderos.
    La historia se repite con preocupante y voluntario desconocimiento de la misma.
    “Es recomendable, por salutífero y didáctico, el ejercicio de mantener los ojos abiertos, los oídos atentos y las neuronas despejadas de prejuicios, llamar a las cosas por su nombre y de ellas dar noticia tal cual suceden.”
    Así de indicativo se presenta el libro Aguja, sutura y el mapa de España, título definitorio de una crónica peculiar de la historia de España que comprende los años 1976 a 2011, escrita a tenor de los hechos, paso a paso.
    Los autores someten al veredicto del lector “si, mordacidades y señalamientos aparte, es cierto el relato de los hechos presentados a su consideración, y no menos certero que en el periodo contemplado es patente que de la causa surge el efecto —de aquellos amaños de tapadillo viene esta urdimbre de componendas— y que en las aguas revueltas pescan a gusto y sin límite los que esgrimen cartas de naturaleza expedidas a conveniencia de los consabidos solicitantes”.
    De ayer a hoy este viaje por la reciente historia de España, plena de bandazos y fingimientos, con el propósito de demostrar que para llegar al efecto hay que partir de la causa o, en otras palabras, que  a toda causa corresponde su efecto y la línea recta une ambos extremos. El presente, rotulado y tangible, y el anticipo de futuro que se cierne sobre España es consecuencia directa de un pasado de acuerdos soterrados y convenios bajo cuerda suscritos a la manera del proceder hermético.
    En España nadie da puntadas sin hilo. Lo que traducido al argumento de la obra significa que a diestro y siniestro, siempre dando la espalda a la inmensa galería de incautos y confiados, se labora afanosamente para transformar la realidad en varias quimeras y en un erial lo que antaño fue patrimonio común de los españoles. Y por si no fuera bastante la tarea de zapa con apostilla de disección, el diseño del plan maestro incluye tres añadidos promulgados desde las altas esferas dominantes: la mediocridad, en cuanto a pensamiento e iniciativa; el declive en cuanto a nuestra historia; la componenda en cuanto a la actuación política del poder omnímodo. Mediocridad, declive y componendas, elementos suficientes para desnaturalizar, imponer y someter. Una vez logrado el objetivo, el resto viene por añadidura y los resultados campan a sus anchas.
    A lo que cabe oponer una reacción inteligente y sostenida por quienes no están dispuestos a sumar en la derrota ni a militar en el conformismo ni a justificar inercias y tendencias a cambio de rentabilidad contante y sonante en el corto plazo.
    El horizonte dibuja un panorama como poco y suave confuso, orlado de informaciones falseadas y opiniones insufladas de favoritismo a la consumación de un proceso al que la mayoría de los españoles son ajenos o asisten cual meros espectadores sin derecho real a la protesta o al cambio de escenario y actores; ambos prefigurados e insustituibles. No obstante, quizá por aferrarse a la esperanza, aún sea posible revertir la fecha en la que un ciclo toque a su fin y por ende se despida una historia larga o corta, personal o colectiva, registrada en un documento único, antiguo, didáctico y solemne, llamado España, con muchas páginas y un número sobresaliente de referencias. Se llama España, fue imperio, nación y el Estado más antiguo de la vieja Europa, se la conoce en el mundo y se la reconoce en el globo terrestre y ya de antiguo en los planisferios y cartas de navegación. Porque España ha sido y es. Porque España ha escrito la historia universal con caligrafía propia, esmerada en felices momentos, presurosa y rasgada en los adversos y convulsos.
    España es una gran Nación, proclaman en ocasiones esos mismos dirigentes de la política al uso que sucesivamente firman su acta de defunción. Paradojas sin denuncia ni castigo efectivo esparcidas por los arquitectos de la deconstrucción, artífices de un entramado clientelar de subvenciones y subsidios, a su vez dispensadores de prebendas, cargos y nóminas a interés creciente. Basta remitirse a las pruebas.
    Con realismo y ácido sentido del humor, dando puntadas con hilo, en Aguja, sutura y el mapa de España, los autores exponen y denuncian que en España desde 1976, quizá incluso antes, unos siempre avanzan y otros siempre ceden; al enemigo se le tolera, respeta y ensalza a la par que se oculta, calla o suprime la conciencia nacional y la feraz historia de España firmada por los españoles de toda época y condición.
 

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