La Lupa del YA. Desde antes del 20 de noviembre, previendo, como así ha sido, la contundente victoria electoral del Partido Popular, se han hecho muchas quinielas sobre los posibles “ministrables” del futuro gobierno que presidirá Mariano Rajoy. Y lo más curioso es que el núcleo de tales especulaciones se ha centrado en quién dirigirá las finanzas del Estado, donde se han reflejado gustos para todas las opiniones.
Así, la canciller Merkel se ha decantado por José González Páramo, de gran reputación en el Banco Central Europeo; otros apoyan a Luis de Grandes, parlamentario y europarlamentario de PP y miembro del patronato de FAES, lo que le vincula a Aznar. Vinculados también a este último están los ministrables Rodrigo Rato, con gran bagaje en la empresa privada, la banca y las finanzas internacionales (FMI) y en la política española, donde posibilitó el acuerdo entre Aznar y Pujol; el catalán y también exministro y empresario Josep Piqué; y por último el abogado del estado, Manuel Pizarro, quien ostentó cargos de segunda fila en los gobiernos de Suárez, ostenta una amplia experiencia en la empresa privada, un agitado y poco triunfal alineamiento de un año y 12 días en las filas del PP, y es una persona que opina que, como declaró en Pamplona, “el mayor narcótico de la sociedad civil es el dinero público" pero no hizo ascos a los 10 millones de euros cobrados en concepto de indemnización por dejar voluntariamente su puesto en ENDESA.
En principio, cualquiera de las cinco personalidades nombradas y alguno más que queda en el tintero, tienen suficientes cualidades -incluso saben inglés- y experiencia para ocuparse de la dañada economía y hacienda de una España arruinada y en recesión, y a todos y cada uno, aunque sólo sea por lo que nos va en ello, deseamos la mejor de las suertes y un poco de ayuda de San Judas Tadeo, abogado de las causas imposibles.
Sin embargo, llama la atención que, ante la grave situación de España ¿O es menos obsoleto decir del “Estado de las Autonomías”? todas las cavilaciones vayan en relación con el futurible responsable de economía y nadie se plantee, al menos públicamente, la importancia de, si de verdad se quiere sacar a España del pozo sin fondo de su actual crisis, tanto económica como política, fiscal, judicial o de valores… a quiénes se puede encomendar la justicia, a fin de llevar a cabo la reforma que independice a ésta, librándola del sometimiento a los gobiernos y parlamentos de turno; o bien el ministerio de administraciones públicas, dado que, a decir de españoles y europeos, es urgente y necesaria una reforma constitucional que redefina el actual modelo de descentralización política y administrativa, modifique la ley electoral, que favorece a las minorías independentistas, y asegure la igualdad entre todos los españoles.
En efecto, el Estado de las Autonomías es un inmenso error que nos conduce a la ruina, a la división entre los españoles y a la desintegración de la unidad patria, porque, en su concepción actual, impide la recuperación y el desarrollo económico de la nación y contribuye a la destrucción de la igualdad, la cohesión y la solidaridad fundamentales para el sostenimiento de la integridad de España.
Su altísimo e injustificado coste es el problema nuclear de la actual crisis. La atomización de leyes dispares, la existencia de políticas económicas, sociales, sanitarias, fiscales y sobre todo en materia de educación diferentes, e incluso paralelas y multiplicadas en los distintos niveles de la administración, resta fuerzas al Estado y lastra nuestras posibilidades de salir de la actual crisis, a diferencia de otros Estados europeos.
Pero, con sus 186 escaños, al Partido Popular le faltan 25 para la mayoría cualificada que le permita abordar la reforma constitucional que posibilitaría algo así ¿Qué partido político que aspire a algo en el tinglado local o autonómico: ayuntamientos, diputaciones, cabildos o gobiernos se va a atrever a dar el apoyo? La respuesta que viene a la cabeza hace que el alma se caiga a los pies.
Sin olvidar las palabras de Esopo “La unión hace la fuerza”, tampoco es mal momento de invocar el Evangelio de San Lucas (XI-17) “Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, se derrumba”; ni vendrá mal recordar las de Silbio Pellico: “El talento puede dar prestigio, el valor puede dar soldados, la tiranía puede dar esclavos, pero sólo la justicia puede dar la fuerza”. Ya veremos por qué opta el próximo gobierno de España.