Al Qaeda, detrás de producir ántrax
Redacción Madrid. 21 de septiembre. La red terrorista Al Qaeda continúa interesada en la viabilidad de poner en marcha un programa de armas biológicas, en el que figure especialmente la producción de ántrax, según un informe elaborado por la red de investigadores especializados en terrorismo, Fundación Athena Intelligence. No obstante, advierte de que su obtención "no es fácil" ya que requiere la adquisición de la cepa patógena y del personal y las instalaciones adecuadas para su manipulación.
Las armas biológicas son especialmente "atractivas" para los grupos terroristas por su "probada capacidad" a la hora de causar víctimas y su "importante" impacto psicológico sobre la población, según explica el estudio 'El agente etiológico del ántrax maligno como arma biológica y su posible uso en atentados terroristas'. Uno de sus autores, Rohan Gunaratna, está considerado uno de los mayores especialistas mundiales en Al Qaeda y dirige el Centro de Investigación sobre la Violencia Política y el Terrorismo de la Universidad de Singapur, mientras que René Pita es profesor de la Escuela Militar de Defensa NBQ, del Ejército de Tierra español.
Ambos destacan la probabilidad de que Al Qaeda disponga de una "compleja" red de unidades desde donde planee sus ataques, y en la que se encuentre tanto un cuartel general en la frontera entre Afganistán y Pakistán como diferentes células locales autónomas distribuidas "en todo el mundo". "Existe la posibilidad de que intentase nuevamente poner en marcha su programa de armas biológicas", asegura el informe, para indicar que para ello necesitaría "un fuerte apoyo de otros grupos afiliados o patrocinadores".
Tales grupos prestarían su colaboración en la adquisición de los materiales y del equipamiento "adecuado", así como en la búsqueda de instalaciones "seguras" para la manipulación del agente y de un personal, que acredite los conocimientos técnicos y la experiencia precisa para lograr la consecución de la cepa patógena.
"Las armas biológicas se consideran las menos complicadas y las más fáciles de fabricar de todas las armas de destrucción masiva", recogió la página web de la organización terrorista en Iraq en 2005. "La bacteria B. anthracis ha sido el principal agente biológico investigado y producido en los distintos programas de armas biológicas de los que se tiene información", subraya el trabajo.
De hecho, el estudio asegura que varias páginas web yihadistas hablan de la "eficacia de las 'cartas biológicas'" y recuerda cómo el pasado marzo un miembro de un foro yihadista "incluía un mensaje titulado: 'Buenas noticias: una técnica para producir ántrax'", que despertó la participación de otros internautas en lo que se refiere a la fabricación casera del agente.
De todos modos, precisa que la posibilidad de que un grupo terrorista sea capaz de alcanzar esporas de la bacteria 'Bacillus anthracis', causante de la enfermedad conocida como 'ántrax maligno' o carbunco, es "prácticamente nula". Sí bien existen publicaciones, denominadas 'cookbooks', que explican los procedimientos para la producción de algunas toxinas y sustancias tóxicas, éstas son bastante "rudimentarias".
"Hay pocos casos confirmados sobre la adquisición o utilización de un agente biológico por grupos terroristas y, en la mayoría, han sido intentos de adquisición o engaños en los que hacían creer que disponían de los mismos", indica.
La llamada 'crisis del Amerithrax' causó en 2001 la muerte de cinco personas y otras 17 resultaron heridas tras haber recibido correspondencia contaminada con dicha bacteria. Las cartas se enviaron desde el estado de Nueva Jersey a periodistas de la cadena NBC y del 'New York Post', así como a dos senadores demócratas. "Algunos de los supervivientes presentaban problemas de salud prácticamente un año después de haber padecido la infección, lo que podría deberse a secuelas o efectos a largo plazo de la misma", añade.
El envenenamiento tuvo lugar tras los atentados del 11-S, por lo que, además de agravar el estado de pánico entre la ciudadanía, desató "una segunda oleada de envíos 'engaño' cuyo efecto dominó afectó a todo el mundo". El FBI cifró en más de un billón de dólares los gastos realizados en descontaminación de instalaciones y personas, intervenciones sanitarias y en medios de protección.
Las autoridades federales de Estados Unidos declararon el pasado mes de agosto al biólogo Bruce Ivins, de 62 años, como el único autor de los atentados con ántrax en 2001. El científico se suicidó una semana antes de su imputación.
En la actualidad, la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas (CABT) "no dispone de una organización que vele por el cumplimiento de las disposiciones de la misma, algo que si ocurre con la Convención para la prohibición de Armas Químicas (CAQ) y su Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ)", concluye el informe de la Fundación Athena Intelligence -Fundación para la Investigación Avanzada en Terrorismo y Conflictos Armados-.