Londres. Malala Yousufzai, la joven pakistaní de 15 años que recibió un balazo en la cabeza de manos de un extremista talibán el pasado 9 de octubre, acaba de abandonar este viernes el hospital británico Queen Elizabeth en el que fue ingresada en estado muy grave, tras ser dada de alta para continuar la recuperación en su domicilio.
Malala es todo un símbolo internacional por su defensa continuada de la educación de la mujer en Pakistán, donde los talibanes la tienen prohibida bajo amenaza de muerte.
Ahora se ha recuperado mucho de un ataque que podría haberle costado la vida. Y por lo menos ya puede disfrutar de un entorno familiar en la vivienda que su familia tiene en Inglaterra mientras la joven prosigue con su recuperación, y hasta que tenga que volver a ser ingresada dentro de un mes en el mismo hospital que ahora acaba de dejar, para someterse a una cirugía reconstructiva craneal.
Los médicos del hospital han valorado que sería muy favorable para la joven estar unos días con sus padres y sus hermanos menores, Khushal y Atul, que viajaron a Inglaterra el pasado otoño para estar más cerca de ella.
La familia de Malala se ha adaptado bastante bien a su nueva vida en Birmingham, e incluso su padre tiene un trabajo en el consulado pakistaní de la localidad.