Análisis de las elecciones de Noruega y Dinamarca tras la matanza del desequilibrado noruego
José Luis Orella. Las elecciones celebradas esta semana en Noruega y en Dinamarca han estado profundamente marcadas por la reciente matanza ocurrida en la isla de Utoya, en Noruega. Aunque el asesino, un desequilibrado radical, que formaba parte de una logia masónica, defendida postulados racistas, había pertenecido hace más de una década al partido del progreso, de donde fue expulsado por sus opiniones. La hábil conducción inicial de su supuesto fundamentalismo cristiano, ha incentivado en un voto de castigo hacia las formaciones de derecha.
En Noruega, eran elecciones regionales, y los laboristas obtuvieron el 31,7 %, con un aumento con respecto al 2009 de dos puntos, escasa ganancia, después de que la mayoría de las víctimas eran miembros de sus juventudes, los futuros cuadros del partido para dentro de quince años. Loa aliados de los laboristas, El Partido del Centro y el Partido de la Izquierda Socialista, perdieron 1,1 y 2 puntos para situarse en el 6,8% y el 4%, respectivamente, con lo que finalmente, la izquierda en su conjunto retrocede en el parlamento noruego. Con respecto al campo del centroderecha, el claro beneficiario de las elecciones ha sido el Partido Conservador que con el 28%, ha subido 8,8 puntos, 6 de ellos procedentes del declive de la derecha populista del Partido del Progreso, falsamente criminalizado por la prensa desde el atentado.
Sin embargo, el Partido del Progreso mantiene su tercera posición nacional con el 11,5%, Los otros partidos del centroderecha, como el Partido Liberal que obtuvo el 6,2%, 4 décimas menos, fue otro de los peor catalogados por el momento de crisis que se vive, acusada al modelo neoliberal mundial que se vive, en cuanto al Partido Cristianodemócrata, con el 5,6%, un 0,7 menos, mantuvo sus posiciones.
Con respecto a Dinamarca, eran legislativas, y los socialdemócratas han ganado, después de una década alejados del poder. Pero sus resultados, se prevé en torno al 26 %, son los peores de su historia, únicamente salvados por la formación de un amplio frente de izquierdas, con los Verdes, los social-liberales y los socialistas (antiguos comunistas). En cuanto a las formaciones del gobierno, parece que se quedarían en un 49 %, perdiendo por la mínima. Liberales y conservadores se beneficiarían del pequeño bajón del Partido Popular Danés, cuyo discurso anteislámico había sobresalido por encima de sus propuestas sociales. Sin embargo, con un 12,5% de votos y 22 escaños, mantiene una posición fuerte en la democracia del pequeño país.
En conjunto, las sociedades escandinavas tienen una estabilidad que es muy difícil de cambiar, las pérdidas de voto de las formaciones de derecha, motivadas por el hecho de la matanza, se combinan también por la demanda de cambios ante la crisis económica, y la nostalgia de los estados del bienestar del que gozaron sus mayores, y que ahora son testigos de su desmantelamiento, por la política de reducción de gastos. Las defensas neoliberales que auparon a las formaciones de centroderecha al poder hace una década, son las mismas causas que están provocando sus derrotas, más que el fenómeno de Utoya.