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Diario YA


 

Sin hacer comentario alguno sobre el candidato socialista a las elecciones, Pérez Rubalcaba

Ante el adelanto electoral

Pedro Sáez Martínez de Ubago. En la rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros del curso político, el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció su decisión de adelantar las elecciones generales al 20 de noviembre, decisión "pensada y madurada" desde hace tiempo, para "proyectar certidumbre política y económica sobre los próximos meses", que ha justificado por el "interés general y responsabilidad institucional”, en ningún caso electoral, y para que un nuevo Ejecutivo "esté el 1 de enero al frente del país con todas sus facultades" y pueda asumir la gestión del ejercicio de 2012.

Además, enfatizó que el Gobierno "va a cumplir todos los compromisos para consolidar el crecimiento y la recuperación de empleo"; hizo hincapié en que el anticipo de los comicios es "bueno para la economía" y reseñó que los últimos datos económicos, como la EPA o la reducción del déficit; confirman "cierto cambio de tendencia positivo que el Gobierno cree que continuará en el futuro inmediato" ¿Cuántos años o meses llevamos escuchando la misma cantinela, desde que nos aseguró que estamos en la  Champions League de la economía mundial y juró y, por consiguiente, perjuró que en España no había crisis? Yo no sé si es que las ventanas de la Moncloa no darán al Reino de España, sino al país de las Maravillas de Alicia, pero puedo asegurar que a lo que diga el señor Rodríguez hay que darle tanto crédito como al protagonista de la fábula del pastor y el lobo, y así, sin confianza, va terminar.

Sin hacer comentario alguno sobre el candidato socialista a las elecciones, Pérez Rubalcaba, posiblemente el mayor mentiroso de todos los gobiernos socialistas, desde el GAL, hasta el Faisán o el 15-M,  Zapatero explicó que antes de la disolución de las Cortes -el 26 de septiembre- habrá tiempo para aprobar las leyes y reformas económicas que están en fase final de tramitación: agilización procesal, agilización concursal, integración de los trabajadores agrarios en el régimen general de la Seguridad Social y el reconocimiento y protección integral de las víctimas del terrorismo. Sin embargo, tal adelanto electoral y para fecha tan señalada, sí puede vincularse a los intereses propagandísticos del PSOE y de la estrategia de la movilización de la izquierda que busca el candidato Pérez Rubalcaba.
Lo grave es que España demanda un cambio político, que no debe confundirse con un simple cambio de gobierno. Porque España arrastra, desde antes de la crisis, graves problemas estructurales que los sucesivos gobiernos, tanto socialistas como populares, han ignorado sistemáticamente y que nos han hecho un país extremadamente débil y, en muchos casos el hazmerreír de Europa en el ámbito internacional.

Y no soy optimista a la hora de esperar que el Partido Popular, atendiendo a sus propuestas, vaya a ser capaz de afrontar esos cambios estructurales que España demanda. Sobre todo porque es fundamental, para invertir la situación, poner fin al Estado de las Autonomías, auténtico agujero negro de la economía española y elemento activo del proceso de desintegración nacional.

Además, España necesita una profunda regeneración moral que ponga fin a las leyes ideológicas impulsadas por Rodríguez Zapatero. Y tampoco en este ámbito resulta lógico esperar que Mariano Rajoy sea capaz de hacer los cambios necesarios en materia de Vida, Familia o Educación. No olvidemos que el señor Rajoy ya ocupó en su día, la Vicepresidencia del Gobierno de España, así como los Ministerios de Administraciones públicas, Educación y ciencia, Presidencia e Interior y que en ninguno de los cinco puestos se distinguió por la brillantez de su gestión.

Aunque no deje de ser una aplicación del refrán que nos dice que el mal de muchos no es una epidemia sino un consuelo de tontos, el único consuelo que cabe a una nación que no quiere ver candidatos a la presidencia de su gobierno, fuera de estos dos sujetos presentados por el PSOE y el PP, es que ninguno de los dos, salvo que consiga que pasemos de la recesión a la estanflación o alguien nos tire una bomba atómica que explote de verdad, y no como las de Palomares, va a poder, por mucho que se lo proponga, hundirnos mucho más, ni empeorar demasiado nuestra ya pésima situación, de la que, con la ayuda del mismo Dios a quien queremos apartar de nuestra sociedad y haciendo pronto y bien los deberes que nos pongan desde Europa, no lograremos salir antes de 15 ó 20 años.

Quizá haya que buscar la respuesta no en Rajoy ni en Rubalcaba, sino en el magisterio moral de Benedicto XVI quien predica que "hoy falta una visión común del mundo, una orientación ética que permita al ser humano no caer en el arbitrio. Si la fe está siempre abierta a todas las culturas, constituye también su criterio de discernimiento y su punto de orientación” […] "una lectura sintética de la actual crisis en dos niveles. El primero, el macroeconómico, pone de relieve los fracasos de un sistema basado en la idolatría del dinero y en el egoísmo, que oscurecen en el hombre la razón y la voluntad y lo conducen por caminos errados; y un segundo nivel, el microeconómico, porque "los grandes proyectos de reforma no pueden realizarse sin un cambio de ruta individual. Si no hay justos no puede tampoco haber justicia”.