Ante la clausura de un año Cervantes devaluado
Fidel García Martínez
El próximo lunes se clausura oficialmente por SM Felipe VI el cuarto centenario de la muerte del Genial Manco de Lepanto y Autor de El Quijote. Se quiere dar mayor relevancia que a su inauguración, marcada por los acontecimientos políticos del 2016 en los que España vivió peligrosamente por el esperpento político de los Cuernos de Doña Friolera según los intuyó el gran Valle Inclán y que tuvo su máxima expresión en el No es No, con el que Pedro Sánchez, hizo imposible la formación de gobierno y llevó a España al callejón de las terceras elecciones que nadie decía querer y nadie trataba de evitar, hasta que Javier Fernández presidió y preside una gestora del PSOE, que no parece conseguir los resultados necesarios.
El caos político de entonces motivo el que Centenario de Cervantes fuese un pretexto para obviar los aspectos más interesantes de su gran legado literario. Los mismos responsables de las grandes instituciones académicas españolas, el Director del Instituto Cervantes y el Presidente de la Real Academia de la Lengua, han reconocido que no han estado a la altura del gran acontecimiento y que se podía haber intentado más que lo poco que se ha logrado. Por eso, muchos miran con sana envidia lo mucho y bien que El Reino Unido celebró el centenario de Shakespeare. En España la clausura la han dejado en manos y voces de poetas y actores.
Ya el gran Rubén Darío--otra víctima del olvido y el despecho en el primer centenario de su muerte 2016-- denunció en su tiempo con tanta dureza como exactitud lo que aconteció en el tercer centenario de Cervantes, cuando en su magno poema Letanía del Señor Don Quijote, criticaba a los oportunistas que manipulaban a Cervantes y su novela cumbre y a los que querían que Hispanoamérica renunciara a los grandes ideales de la Hispanidad, que aún reza a Jesucristo y habla en español. “Caballero errante de los cabellaros; varón de varones (…) ¡salud! Salud porque juzgo que hoy muy poca tienes/ entre los aplausos o entre los desdenes/ y entre coronas y parabienes y las tonterías de la multitud (…) de tantas tristezas, de dolores tantos/ de los superhombres de Nietzsche, de cantos/ áfanos, recetas que firma un doctor/ de las epidemias, de horribles blasfemias/ de las academias/ líbranos Señor/