Ante la gravísima profanación pública del Ayuntamiento de Pamplona
José María Manrique. El Ayuntamiento de Pamplona expone públicamente una profanación eucarística (Parte de las fotos de la “exposición”, que enseñamos en estas imagenes) Estamos ante la mayor y peor profanación cometida públicamente en España, secular “Tierra de María” y, precisamente, en la antaño catoliquísima ciudad de Pamplona.
Con el agravante de ser propiciada por el Ayuntamiento y en el Monumento a los Caídos de Navarra en La Cruzada; monumento que el Arzobispado desacralizó y cedió al Ayuntamiento (Mons. Sebastián, en 1998-99), menos la Cripta (sede de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz). Ambos, a pesar de las cesiones (o a causa de ellas), profanados y/o seriamente amenazados. (El Monumento, actual sala de exposiciones Municipal, y su cripta; arriba a la derecha la Iglesia Parroquial y sus dependencias) Cabe mencionar también que la sala de exposiciones, como parte del Monumento a los Caídos, fue cedida con una serie de condiciones, incluida la de que el donatario (Ayuntamiento) deberá destinar el edificio donado a actos o actividades de estricto orden cultural, educativo, exposiciones artísticas, etc…
En todo caso, estas actividades deberán estar a tono con la naturaleza y origen de la edificación, cuidando el propietario de mantener en el interior del edificio el orden y debido respeto a la Cripta. Parece evidente que el actual Ayuntamiento no ha cumplido estas condiciones de la cesión ni a la institución que se la cedió. Las Formas, para mayor escarnio, estaban encima de lo que fue el altar mayor. Las fotos, incluidas las que recogen la palabra “pederastia” formada con Hostias (supuestamente consagradas), por el resto del antiguo templo (menos la cripta). Es todo muy simbólico: Formas con las que comulgaban los voluntarios del frente, la festividad de Cristo Rey que fue el grito de los combatientes... Es una provocación en toda regla.
Parece ser que algún ¿láico? quitó las Sagradas Formas y las llevó a ¿la vecina parroquia de la cual dependía el Monumento?. ¿Por qué ningún presbítero ha hecho lo que ha hecho un laico? El lunes la exposición permaneció cerrada por descanso de personal, pero el martes se ha vuelto a abrir. El arzobispo de Pamplona-Tudela, Francisco Pérez, ha convocado una Misa de reparación, pero, parece ser, eso es todo de momento, aunque se dice que va a actuar judicialmente en todos los ámbitos. Esto está incurso directamente en el artículo 525 del código penal (las ofensas públicas a "los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa" pueden incurrir en penas de multa de ocho a doce meses). ¿Por qué no lo ha denunciado el obispado, ni la Conferencia Episcopal, ni el Nuncio? ¿Para cuándo la prohibición de comulgar en la mano en Pamplona? Hasta cinco días después de la inauguración de la exposición, en la web del obispado ni se mencionó el caso (http://www.iglesianavarra.org/noticias/2015/11/profanar-a-jesus-eucarist...).
Pero, además, es poco creíble que en el Ayuntamiento de Pamplona y su entorno no hubiera nadie que filtrara hace semanas lo que se estaba cociendo. De hecho, la Hermandad lleva meses anunciando la ofensiva que contra el Monumento y ella misma está en marcha. Quizá no hay peor ciego y sordo que el que no quiere ver. En todo caso, Mons. Sebastián cometió el error de “quitarse de encima” el engorro del Monumento a los Caídos de Navarra, por muchas salvaguardias que pusiera. Salvaguardias que ya vemos para lo que valen.
Por muchísimo menos ese “incumplimiento” de contrato tenía que haber tenido entrada en los juzgados el mismo viernes de la inauguración, por no decir que se debería haber hecho un comunicado público con esa amenaza tiempo atrás. Pero ni el viernes pasó eso, ni en las misas de sábado-domingo se habló del tema, ni hay denuncia el lunes, ni ha habido reparación aun (a martes día 24), ni nada (aparentemente al menos). ¿Do va el rebaño?, do quiere el pastor: ¿al matadero?, ¿a la total apostasía? Aterrador panorama el que dibuja la, posiblemente, mayor profanación pública del Mundo. Tremenda la responsabilidad eclesial en él. J.Mª. Manrique