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Diario YA


 

Si le hubiera pasado en Afganistán quizá habría tenido un hueco en las noticias

Ante la reciente muerte de un caballero legionario paracaidista

La semana pasada moría un caballero legionario paracaidista. Tenía 25 años.Algo falló en su paracaídas y el suelo recogió su cuerpo con toda su dureza. Aún aguantó unas horas, luchando contra la muerte como un soldado español, pero ésta venció la batalla y se llevó al guerrero de vuelta al cielo.

Los medios apenas hemos hablado de él, había tristemente cosas «más importantes». Al fin y al cabo es un accidente, una desgracia como tantas otras. Si le hubiera pasado en Afganistán quizá habría tenido un hueco en las noticias, pero ha pasado aquí y, al fin y al cabo, los accidentes ocurren. Pero no, no es un suceso cualquiera. Es un soldado de España, y el día a día de un militar es eso, España, y los españoles, esté en Afganistán o sentado en su despacho de un cuartel cualquiera. Más aún si está saltando desde 5.000 metros, entrenándose para ser «el mejor soldado de la patria», para estar preparado en caso de que España lo necesite. Por eso no es una muerte más, una desgracia como tantas otras. Cuando los españoles perdemos un soldado, perdemos un trozo de nosotros mismos, es un ángel de la guarda caído.

Un soldado no es un número, es un hombre que decidió entregar su vida al servicio de su patria, a la de los ciudadanos que la conforman, a unos ideales y un estilo de vida duro, en muchas ocasiones desagradecido, cruel, silencioso y abnegado.

Dudo mucho que ese caballero legionario paracaidista vaya a recibir un homenaje oficial, un recuerdo por parte de nuestras autoridades. Por si las moscas vaya éste humilde desde aquí, y del de quien se quiera unir.

 Supongo que él rezaría junto a sus compañeros la oración paracaidista, recitaría eso de «porque tenemos sentido del riesgo/cara a la muerte/ porque nos sacude el alma/ ante un abismo abierto/ con su ingrata incertidumbre».

Él lo tuvo, el sentido del riesgo, y tuvo el alma sacudida por el abismo,  ahora debe tener el reconocimiento, el lugar reservado a los que dan su vida por España. Él rezó «para conseguir que sean nuestros/ el Valor/Amor al sacrificio/ Dureza/ Fortaleza/ Generosidad y auténtico Compañerismo».
Y lo consiguió.

Este es un artículo de un periodista de La Razón, que se llama Diego Mazón.