Joaquín Jaubert. 12 de diciembre.
Se acerca la Navidad, el Niño Dios viene a nuestro encuentro a sanarnos de nuestras dolencias. Buen momento para pedirle no sólo por nuestros enfermos sino, también, por toda una sociedad postrada. Nunca he creído en la aplicación de las características de algunas personas a todo un colectivo. Sin embargo, me arriesgo en esta ocasión pues no deja de ser un fenómeno, digno de estudio, el hecho cierto del aplauso general a comportamientos enfermizos pues aunque exista, todavía, un substrato de verdad en la sociedad que sabe diferenciar entre el bien y el mal ello no evita que podamos compararla, en el contexto del conocimiento y la actitud incoherente, con delincuentes que conocen mejor el código penal que sus abogados, sin que este conocer suponga una intención de rehabilitación y, asimismo en otra dimensión, con muchos enfermos mentales que han leído varios libros sobre las patologías que padecen o todas en general sin que, tampoco, suponga su curación o, en algunos casos, el simple deseo de obtenerla. Si no siempre es fácil, en lo individual, saber si algunos perversos fueron, previamente, enfermos psíquicos o si la persona que se deja dominar por los primeros brotes de envidias, odios, ánimos vengativos u otros pecados termina por ser perverso, en lo social nos podemos decantar porque primero fue la aceptación y la justificación del pecado y, posteriormente, la enfermedad. En este orden de cosas, siendo consciente de que toda generalización es incompleta y peligrosa, podemos descubrir en nuestra sociedad española, al aceptar e imitar las actitudes de los poderosos que reúnen estas características, síntomas de esquizofrenia, paranoia, psicopatía y talante esquizoide.
Paranoia: angustias, como la de estar siendo perseguido por personas o grupos o ser el elegido para una alta misión, como la de constituirse en salvador de colectivos o del mundo, delirios por celos, etc. y se presenta, sobre todo, en individuos de personalidad orgullosa, ególatra y desconfiada. El psiquiatra González Duro, afirma que los factores desencadenantes se encuentran muy activos en los que presentan un acusado narcisismo y que se han visto frustrados (expulsiones, ceses, fracasos), por tanto dotados de una baja autoestima. Esto provoca que se dispare en los mismos el mecanismo de Proyección por el cual atribuimos a otros impulsos, fantasías, frustraciones y tensiones que nos resultan inaceptables e insoportables en nosotros mismos. Según el citado psiquiatra, "El pensamiento paranoide, es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio, para convertirlo en convicción.". La culpa de mis fracasos, además, siempre es de otros, especialmente de los allegados que me han ayudado.
Personalidad psicópata. Los psicópatas no pueden empatizar ni sentir culpa, interactúan con las demás personas como si fuesen un objeto (hoy te cojo mañana te dejo), las utilizan para conseguir sus objetivos. Si hacen algo en beneficio de alguien o de alguna causa es sólo por egoísmo, para su beneficio. Pueden cometer actos contra el prójimo, para ellos justificados, con total falta de escrúpulos.
Esquizoide: Cínico, falso, autómata con fantasías vengativas omnipotentes contra toda una sociedad o grupo que le hizo mal, grandiosidad oculta, retraído, distante, pocos amigos cercanos, inmune a los sentimientos de otros.
¡Ven Señor Jesús y no tardes!