Así vamos retrocediendo en Chile
Gonzalo Rojas Sánchez. Se están engañando a sí mismos, una vez más, aunque a distintos niveles. Hay quienes han sostenido estos días que por fin la justicia llegó en el caso Frei Montalva, que ya se estableció la verdad y que ahora sólo queda seguir adelante con el curso normal del proceso para condenar en su momento a los culpables.
Otros han ido aún más lejos, afirmando que la resolución judicial es sólo el comienzo de
una investigación que logrará determinar quiénes fueron los verdaderos autores intelectuales. Por
cierto, no ha faltado quien -con notable originalidad- ha sugerido que la orden la habría dado el propio Presidente Pinochet.
Se atropellan unos a otros para hablar de magnicidio, de asesinato calificado, de una siniestra conspiración inserta en la sistemática violacion de los derechos humanos. Y la prensa de
izquierda dice amén, amén, aleluya.
Pero cuando leen la resolución judicial, ¿no se les cruza ni una sombra de duda respecto
de la debilidad de todo lo que ahí se afirma? Depende. Hay quienes tienen su sensibilidad tan cauterizada, que borran de inmediato toda posibilidad de error en el juez a cargo de la causa: si es contra el gobierno
militar, es bueno. Si los hechos no calzan con la teoría, peor para los hechos, decía Lenin.
Otros, algo más sensibles, quizás dudan, pero animan igual a seguir adelante con el proceso, convencidos de que el caso se irá haciendo más fuerte, que sea quien sea el presidente futuro de Chile, ninguno exigirá auténtica seriedad en la investigación. Creen que el juez ha marcado de modo muy conveniente la cancha como para que resulte obvio que el nuevo mandatario -cual Aylwin frente a la amnistía- se sentirá inclinado a animar al poder judicial a llegar hasta las últimas consecuencias, es decir a configurar, sí o sí, el delito hoy anunciado.
Así vamos retrocediendo en Chile; así se va llegando hasta gruesas zonas dominadas por la
neblina del autoengaño, climas que poco tiempo atrás eran difíciles de imaginar.