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Diario YA


 

Austria, ante el nacimiento de una nueva política



José Luis Orella. 30 de septiembre.

 

La pequeña Austria desde la desaparición del Imperio en 1918, ha tenido que luchar por mantener una identidad propia o dejar integrarse en su vecino del norte. Después de la experiencia del imperio de los mil años, Austria volvió a nacer de sus cenizas, y mantuvo una posición neutral durante toda la guerra fría. Las escenas del tercer hombre, nos retratan una Austria, tierra fronteriza entre los dos bloques. Con respecto a su evolución política, desde 1945 a 1966 gobernó la denominada 'Gran Coalición', formada por el Partido Socialista y el Partido Popular. Los cuatro años siguientes gobernó en solitario el Partido Popular, y de 1970 a 1983 fue el Partido Socialista, encabezado por el canciller Bruno Kreisky, quien gobernó primero en minoría y a partir de 1971 con mayoría absoluta. Tras perder la mayoría absoluta en 1983, Kreisky dimitió y se hizo cargo del ejecutivo el también socialista Alfred Sinowatz, en coalición con los liberales del FPOE.

En 1986, el que fuera secretario general de la ONU Kurt Waldheim fue elegido presidente de la República, pero durante su mandato tuvo que afrontar las acusaciones sobre su pasado nazi, al haber formado parte del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Austria tuvo que sufrir hasta 1992 una costosa marginación internacional. En enero de 1987, se constituyó el primer Gobierno de coalición socialista-popular desde 1966, encabezado por el socialista Franz Vranitzky, quien lo mantuvo durante diez años, y luego sus sucesor Víctor Klima, dos años más. Sin embargo, la experiencia de la gran coalición trajo consigo la búsqueda de una oposición política. El pequeño partido liberal del FPOE, había aglutinado en su momento al tradicional sector pangermánico, organizado por los liberales. En 1990 su nuevo líder Joerg Haider, inició una línea de signo populista y nacionalista que le hizo ascender en 1999 al 27,22 %, se había convertido en la segunda fuerza del país. el líder del partido popular, Wolfgang Schüssel, llegó a un acuerdo con Haider para formar una coalición, que asumió sus funciones el 4 de febrero del año 2000 y supuso el final de treinta años de  socialismo en el poder.

Sin embargo,  los catorce socios comunitarios anunciaron la suspensión de contactos bilaterales con Austria, al igual que EEUU e Israel, debido al carácter nacionalista y pangermanista del Partido Liberal. En septiembre, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos recomendaba poner fin a las sanciones. Los problemas tenidos por los liberales a nivel internacional, incluso fueron expulsados de si internacional, ayudó a que en 2002 el partido Popular obtuviese un 42,3 % de apoyos, mientras el FPOE se quedaba en el 10 %, y los socialisats en el 36,5 %. No obstante la coalición se reeditó, pero en el 2005, el carismático líder del FPOE se secesionaba y creaba una nueVa formación la Alianza para el Futuro de Austria (BZO), que dominaba en la provincia de Carintia, región tradicionalmente muy pangermánica y donde Haider es el presidente. El FPOE tuvo que salir de sus cenizas, construir un nuevo líder y relanzar el partido. Mientras el país se reconducía de nuevo a través de una nueva reedición de la gran coalición.

Peor en estas últimas elecciones, los dos grandes grandes partidos han sufrido las iras de una población que no admite su política inmigratoria, ni el final de su estado de bienestar. Mientras los socialistas cosechaban un 29,71 % y revalidaban su primer lugar, su coaligado partido Popular bajaba a un 25,61 %. Entretanto el FPOE, resucitado, recuperaba un esperanzador 18,01%, y su antiguo conductor, Haider, al mando de nuevo del BZO obtenía un sorpresivo 10,98 %. En definitiva, un tercio del electorado austriaco se ha aglutinado en torno a siglas que defienden una postura identitaria clara con respecto a su país, y no están dispuestos a dejarse llevar por la pérdida de los derechos sociales conseguidos en los años cincuenta y sesenta. El éxito del nuevo FPÖE ha sido centrarse en el orgullo nacional austriaco, abandonando un pangermanismo cada vez más minoritario a nivel social. Su llamamiento al freno de la inmigración, la oposición a la entrada de Turquía en la Unión Europea y la reivindicación de una mayor política social, ha cautivado a un sector joven que llegaba por primera vez a votar. En cuanto a la formación escindida de Haider, el BZÖ desde su baluarte carintio ha recuperado una presencia nada testimonial.

En definitiva una victoria para los socialistas, pero un gran beneficio para las nuevas formaciones mejor adaptadas de la derecha al futuro, como testimonia el voto de los más jóvenes, por primera vez votaban los mayores de 16 años. El gobierno futuro puede ser la repetición de una gran coalición SPÖ-ÖVP, modelo alemán, dejando el papel de oposición al populista social FPÖE y BZO, quienes puede aglutinar aún más el voto de protesta de la juventud y de una tercera edad que ve peligrar el futuro de sus pensiones.

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