Autonomías y educación
Mar Hurtado. Ya son muchas las voces que afirman que la feroz crisis que de modo particular vive España, hunde su raíz en la ausencia de valores morales.
Ante el “bache” económico que vivimos, clama más que nunca analizar el sistema territorial de la Nación. El sistema autonómico ha demostrado que hasta ahora sólo ha servido para separar, crear desigualdades entre los españoles o multiplicar el gasto. La sanidad pública española, por poner un ejemplo, durante décadas envidiada a nivel mundial, genera incomprensibles desigualdades en función del lugar de residencia. Sobre ella planea ahora la sombra de la privatización.
Pero si hay un ámbito donde el sistema autonómico ha sido devastador, ése ha sido el educativo.
Ha frenado en seco la creación de un proyecto común que aúne a los españoles; el estudio de las peculiaridades geográficas e históricas (muchas veces falseadas) de cada comunidad ha desembocado en un provincianismo vergonzoso; la realidad histórica de España, o no se estudia o se estudia en la mentira; la persecución del español como lengua vehicular en las comunidades con lengua propia, no sólo abre una sima entre los propios españoles, sino que genera situaciones injustas que ponen de manifiesto que la libertad de enseñanza son papel mojado; los colegios con ideario, tienen que venderse al gobierno autonómico de turno para no perder su subvención; asignaturas adoctrinadoras como EpC, sirven de apología del separatismo; los niveles educativos en general se desploman, pero en regiones con lengua propia, es escandaloso.
Por otro lado, estamos sometidos a los proyectos soberanistas de la UE, que pretende utilizar la educación como elemento que cohesiona la economía y la sociedad, viendo en los alumnos puras herramientas productivas, donde el verdadero objetivo educativo que es ayudar a crecer a la persona, queda en el mismo lugar que la búsqueda del bien común de los actuales politiquillos que nos gobiernan y los que nos gobernaron anteriormente.
Se hace imprescindible, volver a un sistema educativo único, que esté por encima de autonomías, separatismos, colores políticos y frivolidades éticas. España necesita un sistema educativo sólido y duradero, estructurado en torno a principios no cuestionables, como son la libertad de educación, una auténtica cultura del trabajo, la unidad de España y la igualdad de todos los españoles, la cultura de la vida y de la dignidad de la persona. No me refiero sólo a la recuperación de transferencias educativas, sino al cuestionamiento de todo el sistema autonómico, que no es más que una lacra económica, social y política.
Mar Hurtado es profesora y responsable de Asentos Sociales de AES