N. Halliburton. No sé si has tenido que viajar últimamente, lector. No sé si tan siquiera tienes coche. Pero esto que te voy a contar no se trata de ser conductor, ni de ser propietario de ningún vehículo.
Se trata de tu libertad. O al menos de una parte de tu libertad. Te voy a hablar tan solo de un aspecto de esa inmensidad de Leyes, Decretos Leyes, Decretos legislativos, reglamentos, normas de acompañamiento… te voy a hablar de las autopistas. De esas autopistas que hemos pagado entre todos de nuestros impuestos y que en los ochenta y los noventa eran el sumun de la progresía. De entrada, las pasaron a denominar autovías. La autopista es para los de derechas, decían. El futuro ha llegado, decían, no hay nada más democrático que una autovía, decían, mejores carreteras, más amplias, más cómodas, sin pagar peaje alguno, decían, esto es la democracia.
Pasaron los años, pasaron los gobiernos, el PSOE dejó vía libre al PP, y vinieron los buenos tiempos, se hicieron más kilómetros y más y más y más… El objetivo era que todas las poblaciones de más de 50.000 habitantes estuvieran interconectadas entre sí por una red de autovías.
Y empezaron a construirse las radiales, esta vez sí, con capital privado y, esta vez sí, se llamaron autopistas. Y les pusieron peaje como Dios manda, porque es lícito que quien invierta, espere un beneficio. Pero hete aquí lector, que llegó el gobierno de Zapatero y vinieron las vacas flacas. Y luego el PP con más miseria.
¿Cómo vamos a pagar el mantenimiento de tantos miles de kilómetros de autovías? se preguntaron, y algún genio, algún iluminado, algún malnacido abrió la caja de Pandora.
De los primeros radares analógicos, rudimentarios e inexactos, no vamos aquí a hablar. Ya desaparecieron, pero sí vamos a recordarte, lector, que se empezaron a ver aquí y allá algunos instalados en puntos estratégicos.
Cuando los primeros radares digitales salieron al mercado a principios de la década de los 2000, ya era frecuente verlos en muchos kilómetros de las congestionadas entradas a las grandes ciudades. Ante las incipientes airadas protestas de los ciudadanos “retratados” por estos dispositivos, el Gobierno esgrimió por vez primera la cantinela, repetida hasta hoy, “es por vuestro bien”, “es para prevenir accidentes”, “lo hacemos por vuestra seguridad”.
Hoy, lector, raro es la zona de autovía que no tenga un radar fijo instalado. El nivel de saturación de estos dispositivos ya parece haber tocado techo… Pues no.
Con la mejora de los microprocesadores, a otro hijo de puta se le ocurrió lo de los radares de tramo. Miden una velocidad promedio entre dos puntos con radar. Conectados ambos a un sencillo chip, saca de forma automática el promedio de velocidad de TODOS los vehículos con su correspondiente imagen. De tal manera que si no quieres ser sancionado, debes ir mirando permanentemente tu cuentakilómetros en vez de ir mirando la carretera por la que circulas, con el consiguiente aumento en los accidentes por alcances.
De tal modo que la situación actual queda de la siguiente manera:
Carreteras radiales de pago de acceso a las grandes ciudades: De peaje. Con escaso o casi ningún tráfico de vehículos por sus elevados precios. Con escasos o ningún radar fijo o de tramo.
Autovías de circunvalación de grandes núcleos urbanos: Gratuitas. Con una muy alta densidad de tráfico y de radares.
Autovías públicas convencionales: Gratuitas. Soportan el mayor tráfico rodado de España. Muy alta densidad de radares fijos (cada 10Km). En implantación una tupida red de radares de tramo.
Aquí tienes, lector, la tabla con las sanciones económicas y pérdida de puntos en cada tramo, dependiendo el tipo de vía.
La media estimada de sanción económica es de 300€ por vehículo sancionado (se pagará sólo el 50% por pronto pago, aunque pierdes el derecho a recurrir la sanción). De esta manera, la sanción tipo por exceso de velocidad es de 300€.
Vamos a suponer, lector, que en un punto determinado de una autovía, en un día pasan 10.000 vehículos. Y que tan solo el 5% de los mismos son sancionados. Ese radar en concreto recauda al día la friolera de 150.000€. Un radar en un día. El conjunto de todos los radares suma una cifra astronómica en un año. Ya te vas dando cuenta del inmenso negocio que esto supone.
Gracias a la falta de transparencia que caracteriza al Gobierno de España, no hay forma de saber a dónde van destinadas tan ingentes cantidades de dinero. Piensa lo peor y probablemente acertarás. Esas autovías que se construyeron en el pasado ya las has pagado con tus impuestos, el mantenimiento de esas autovías ya lo pagas con tus impuestos. Si vas por una de peaje, lo pagas de tu bolsillo. Pero además tienes una altísima probabilidad de ser sancionado por un radar fijo o de tramo, al menos dos veces al año. No son ya los 600€ de sanción económica. Es básicamente que estás siendo sancionado en base a parámetros que pertenecen exclusivamente a un interés económico, que adolecen por completo de preocupación alguna porque no tengas un accidente. Han convertido las supuestas autovías “gratuitas” en autopistas de pago delante de nuestras propias narices. Y lo más preocupante de este hecho indiscutible es que, lector, a ti no parece preocuparte.
Así que, cuando pases con tu vehículo por delante de un radar, piensa “ahí va otro pedacito de mi libertad”.
Bibliografía:
http://www.dgt.es/es/el-trafico/control-de-velocidad/
http://www.abogadosparatodos.net/tabla-de-limites-de-velocidad-multas-y-...
http://ocw.uc3m.es/ingenieria-mecanica/ingenieria-de-transportes/materia...
http://revista.dgt.es/Galerias/noticia/2013/Informe_EuroRAP-2013.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/Red_de_carreteras_de_Espa%C3%B1a