Francisco Alaman Castro. Coronel del Ejército. Lo que siendo absoluta verdad, no se dice, por los siglos de los siglos, del primer demócrata de España, Azaña naturalmente, sino ¿quién?
En Alcalá pasó su juventud, no muy feliz pues era feillo, muy feillo, antipático, muy antipático, y no se jalaba una rosca con las chavalas, que preferían a los guapos y más simpáticos tenientes de la numerosa guarnición de la plaza. De ahí puede venir el enfermizo odio a los militares, de los que aseguraba: "Acabado el Ejército permanente terminaría el régimen hospitalario de las Academias Militares, donde una clase media anémica asila a sus hilos". M. Azaña, OC., T.I, p.263.
Acaba Derecho, niño bien “rico y despreocupado", había puesto un piso a una putilla de 16 años, “Disfrutaba él con tenerla regalada y contenta”. Rivas Cherif, cuñado y primer fan de D. Manuel, Retrato, p.39,40.
Todo esto sin dar un palo al agua. Fracasa rotundamente como abogado, arruina a su adinerada familia y por fin hace algo útil, con 30 primaveras, saca la oposición, para auxiliar tercero en la dirección de los registros y el notariado. Decide dedicarse a la política. Empieza de la mano del conde de Romanones, el cacique mayor y que más guarradas hizo en España, dicen desde los íberos, en 1913 se presenta a la directiva del Ateneo, en el puesto noveno de doce de la candidatura. Intenta ser diputado por Alcalá, lo intenta otra vez sin conseguirlo. Insistiría 2 veces más por Puente del Arzobispo Toledo (1819 1923) sin conseguirlo, Compra votos a duro, manda romper urnas, pegar a los componentes de las mesas, de eso se jacta su cuñado que le acompaña siempre. Azaña se apuntó al partido reformista de Melquíades Álvarez. A éste le ofrece el Rey formar Gobierno, pero le pone condiciones, don Melqui se niega, a Azaña no tocar poder le parece fatal y empiezan las diferencias, aquel era un gran orador, le llamaban el "Tribuno", Azaña le envidió y odió siempre. En el 36 no movió un dedo para que no fuese asesinado en la cárcel, teniendo poder para hacerlo, perteneció al partido de Lerroux, al que también envidiaba y odiaba, en realidad envidiaba y odiaba a todo el mundo, pero a los que más: estos dos, por lo político y a Ortega y Unamuno por lo intelectual. A decir de Unamuno: “Es un escritor sin lectores. Sería capaz de hacer la revolución para que le leyeran”. Creo que es la definición de Azaña que más se le acerca. Mientras por el Dictador Lerroux estaba desterrado y Don Melqui perseguido, el valiente Azaña vegetaba sin hacerse ver demasiado. Se hace masón, era otra manera de medrar.
Se va el Dictador, empieza don Manuel a hacer sus exhibiciones de valor y amor al pueblo.
Organiza con otros una sublevación sangrienta (1930), fracasa, se esconde, nadie le busca.
Ganan las elecciones (14-4-31), va a buscarle su amigo Maura que cuenta: Azaña “no había dado la menor señal de vida, a pesar de los sucesos... Allí estaba, pálido, con palidez marmórea… le conminé para que me acompañase… Se negó… estaba aquejado de un miedo físico insuperable. En lo sucesivo, pude comprobarlo”. Le dice Azaña: “el rey… para defenderse… le bastaría contra nosotros con los alabarderos”. Así cayó Alfonso XIII, p.167.
Nos dice Alcalá-Zamora: “Azaña, con su expresión más risueña, con la naturalidad de un “decíamos ayer… Iba a recoger su parte de botín en la victoria por la cual nada o casi nada había hecho, sufrido ni arriesgado… Nos miramos los de la cárcel con sonrisa”. Alcalá-Zamora, Memorias, p.190.
Cae Badajoz. Azaña huye a Barcelona sin el permiso preceptivo del Gobierno. Rivas Cherif, Retrato…, p.335,357.
Escribe Largo Jefe del Gobierno, FPI (Fundación Pablo Iglesias), AFLC XXIII, p.483
“Estuvo siete meses sin aparecer por Valencia, bien cerca de la frontera".
Está en Francia, temblando, se niega a ir a Madrid, le obligan a dimitir, previamente exige dos millones de pesetas, con el previsor detalle de que debían ser de las emitidas antes del 18-7-36, que le da Negrín cuando le firma, para que éste pueda vender unos barcos, una golfada para hacer hucha. Retrato, p.434.
Azaña defiende en las Cortes la pena de muerte en el Ejército: “socávasenos lo que es la base del espíritu militar y además privásemos al Estado del resorte de la coacción de la obediencia… el Gobierno no puede renuncias a esta arma… es menester que la tropa, que está compuesta de hombres, sienta detrás de sí la amenaza de otro peligro más cierto del que le ofrece el enemigo al ir a matar o a morir”. Parece mentira con el exquisito cuidado que tenía él en proteger su vida y a la enorme distancia que siempre le gustaba estar de Franco.
En las elecciones de 1936 anunciaba en Valencia su programa de gobierno que llevó a rajatabla, hasta que la mitad de España que no quería ser asesinada le dijo ¡Basta ya!: "nos juntamos aquí otra vez para inaugurar una campaña y preludiar un ajuste de cuentas".
Francisco Alamán Castro.