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Diario YA


 

No es la primera vez que esto ocurre

Bélgica: un año sin gobierno

Ana Abril

Bélgica, el corazón de la Unión Europea, ha batido el record del mundo. El país lleva más de un año sin gobierno y parece que la batalla no terminará pronto. Lamentablemente lo único que se escucha son las voces de miles de jóvenes que reclaman un cambio inmediato, bajo las pancartas de “Pas en notre nom/Niet in onze naam“. La llaman «La revolución de las frites». Una treintena de asociaciones de estudiantes han organizado esta auténtica revolución en la calle.

El problema de escisión del país no es actual, sino que las raíces del árbol belga han nacido de las migraciones prehistóricas, la política extranjera de la Roma Imperial, las revoluciones del siglo XIX y XX, las dos guerras mundiales y la evolución económica interior del país.

Bélgica está fragmentada históricamente en dos lenguas: el 60% de la población habla neerlandés, que concierne la región de Flandes; el 40% restante es francófona, en la región de Valonia.

Una vez más, aparece la heroína: Bruselas. La capital es bilingüe oficialmente –además del 1% de habla alemana- donde se practican ambas. La controversia: al igual que Bruselas es el punto de unión entre los dos antagonismos –ya que sin la existencia de esta, Valonia y Flandes serían dos estados independientes- , es también la lucha de ambas regiones.

Por un lado, los flamencos, por el otro, los valones. Se encuentran bajo la misma bandera que las une ficticiamente, pero la realidad es que se dan la espalda constantemente. Cada comunidad tiene sus propias escuelas, sus partidos políticos, sus periódicos, sus canales de televisión y su lengua.

No es la primera vez que esto ocurre. En 2007, Bélgica esperó 194 días para formar una coalición. El primer ministro saliente, le democristiano flamenco Yves Laterne, llamó a las elecciones de junio ante el derrumbe de su coalición gubernativa. Pueden numerarse varias causas quebrantadoras: falta de iniciativa gubernamental en temas de fondo, parálisis de distintos asuntos administrativos e incapacidad de llegar a un acuerdo sobre el futuro de la circunscripción electoral y judicial bilingüe (distrito Bruselas-Hal-Vilvorde), que agrupa Bruselas, de amplia mayoría francófona.

La plataforma “Pas en notre nom” ha reunido a miles de estudiantes de las diferentes ciudades de Bélgica para expresar el deseo de mantener el país unido. ¿Su nombre? La N-VA (Nueva Alianza) y su líder, Bar de Weber, el partido nacionalista vencedor en las elecciones de Flandes.

Bajo los símbolos propiamente belgas como son la cerveza y las patatas fritas, la juventud grita a favor de la normalización y establecimiento del gobierno. Como bien se sabe: “La unión hace la fuerza”.