Beatriz Bullón: "Un Estado que nos da la moral (II)"
Un estado que nos da la moral (II)
Siguiendo con nuestro examen, nos gustaría resaltar todas las competencias que, según nuestra legislación, deberá haber desarrollado un joven para lograr su realización personal y ser capaz de un aprendizaje permanente a lo largo de toda su vida. Sabemos que es tarea ardua y complicada puesto que el Estado parece haberse propuesto con esta asignatura no dejar nada de la actuación y pensamiento humano que pueda escapar a su control.
Entre las habilidades que, según los Reales Decretos de la primaria y secundaría, deben alcanzar los alumnos se encuentra "la práctica del diálogo y de la negociación para llegar a acuerdos como forma de resolver los conflictos, tanto en el ámbito personal como en el social". ¡Que estupenda habilidad! Podríamos decir los padres si hemos llegado aquí en la lectura de tan complicada legislación, nuestros hijos aprenderán desde los seis años a prestar la goma de borrar a cambio de los lápices de colores. ¡Qué armonía! ¡Qué método excelente! Pero si abandonamos un simplismo infantil y recordamos nuestra formación adulta y nuestro estudio del Parlamentarismo, concluimos que la discusión democrática nunca podrá tener el sentido de una negociación. La discusión significa un intercambio de opiniones; las convicciones forman parte de la misma; se ha de estar predispuesto a dejarse convencer; ser independiente con respecto a los partidos políticos e imparcial frente a intereses egoístas. Si esto es así respecto a la negociación en un sistema democrático, ¿Cómo puede aceptarse sin más la negociación como recurso moral para resolver conflictos en el ámbito personal y social? ¿A que tipo de negociación se refiere esta normativa? ¿Qué negociación resuelve los conflictos? ¿Se trata de negociar las condiciones más ventajosas para sí mismos?
No es aceptable como método de participación, que se enseñe a los ciudadanos a "contratar" con las instituciones las condiciones más ventajosas para sí mismos, como si éstas estuviesen al servicio de las necesidades egoístas. No se puede resolver el conflicto entre el matrimonio monogámico o el poligámico negociando sobre la solución. ¿Qué decidiremos tres mujeres o una? ¿Negociamos una y media para resolver el conflicto? ¿No sería más humano reconocer que no todas las cosas son susceptibles de negociación? ¿Que la dignidad humana no es susceptible de negociación? Y que no se nos venga a decir que eso se solucionara con el respeto de los derechos humanos a los que se refiere nuestros RRDD, porque no quedan garantizados. Es materia de la próxima semana ver el tratamiento de estos derechos. No hay desperdicio.