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En la última audiencia general del Santo Padre

Benedicto XVI: “Este barco no es mío, ni de nadie, es del Señor que ayuda a los hombres que elige"

Redacción. La Plaza de San Pedro en el Vaticano congregó a miles de fieles que quisieron compartir con Benedicto XVI la última audiencia general de sus ocho años de pontificado como Sumo Pontífice. Este jueves  las ocho de la tarde se hace efectiva su renuncia.

Durante los cerca de veinte minutos que duró el recorrido del Santo Padre en el “Papa móvil” hasta la que fue su última audiencia, se mostró muy cercano y conmovido con las continuas muestras de cariño y ovaciones que recibía de los más de 150.000 fieles y peregrinos llegados de todas las partes del mundo.“ Gracias de corazón. Estoy realmente conmovido y veo a la Iglesia viva", dijo  Su Santidad.

"Cuando empecé mi pontificado, pensé que este era un peso muy grande para mí, pero si el Señor me lo había asignado también sabía que Él me habría guiado. Este barco no es mío, ni de nadie, es del Señor que ayuda a los hombres que elige", dijo Benedicto XVI.
 
También afirmó el Papa que no se ha sentido solo “en el barco de Pedro” y dio las  gracias a todos los que le han acompañado y mandado mensajes durante estos días. 
 
Benedicto XVI ve a la Iglesia “viva" en un momento en que muchos hablan de su declive". 
 
En el transcurso de estos ocho años de pontificado, el Papa ha hablado de “momentos de alegría y luces” acompañados de "momentos difíciles" en los que siempre se ha sentido guiado y protegido por Dios. "Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino suya y no la deja hundirse. Es Él quien la conduce, por supuesto, a través de los hombres que ha elegido. Esta es una certeza que nada puede ofuscar y es por ello que mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios, porque no me ha hecho faltar a toda la Iglesia y también su consuelo, su luz y su amor", ha dicho Su Santidad.
 
Para Benedicto XVI la renuncia ha sido una decisión difícil, consciente de la “gravedad y de la novedad de este paso”. Pero no abandona la Iglesia, y así lo ha querido transmitir: "No vuelvo a la vida privada. No abandono la cruz", explicó. 
 
El papa dedicó su pensamiento especialmente a los pobres y a los enfermos, “para que puedan aceptar con serenidad el peso del sufrimiento", dijo al final de la audiencia.