Vaticano. Este 25 de diciembre el Santo Padre compartió su tradicional mensaje de Navidad antes de impartir la bendición apostólica “Urbi et Orbi”, recordando a los millones de fieles en todo el mundo que con el nacimiento de Dios ha brotado la verdad, trayendo amor, justicia y paz.
Benedicto XVI se ha referido al conflicto Sirio y ha hecho un llamamiento para que “cese el derramamiento de sangre, se faciliten las ayudas a los prófugos y a los desplazados y, a través del diálogo, se alcance una solución política”.
También ha hablado de “negociación” para israelíes y palestinos como vía para alcanzar la paz y “poner fin a tantos años de luchas y divisiones”.
Y que en los países del Norte de África, “que atraviesan una profunda transición en la búsqueda de un nuevo futuro – en particular en Egipto, la amada tierra bendecida por la infancia de Jesús – los ciudadanos construyan juntos sociedades basadas en la justicia, el respeto de la libertad y la dignidad de cada persona”.
Paz es el deseo de Benedicto XVI para el continente asiático y “que el Niño Jesús mire con benevolencia a los numerosos pueblos que habitan en aquellas tierras y, de modo especial, a cuantos creen en él” y añadió “Que el Rey de la Paz dirija su mirada a los nuevos dirigentes de la República Popular China en el alto cometido que les espera. Expreso mis mejores deseos de que en esta misión se valore la contribución de las religiones, respetando a cada una de ellas, de modo que puedan contribuir a la construcción de una sociedad solidaria, para bien de ese noble pueblo y del mundo entero”.
Su Santidad deseó “Que la Navidad de Cristo favorezca la vuelta de la paz en Malí y de la concordia en Nigeria, donde crueles atentados terroristas continúan causando víctimas, particularmente entre los cristianos. Que el Redentor ayude y consuele a los prófugos del Este de la República Democrática del Congo y conceda la paz a Kenia, donde sangrientos atentados han golpeado la población civil y los lugares de culto”.
Para Latinoamérica, el Santo Padre pidió la bendición del Niño Jesús para los fieles, para que ésta “haga crecer sus virtudes humanas y cristianas, sostenga a cuantos se han visto obligados a emigrar lejos de su familia y de su tierra. Que fortalezca a los gobernantes en su compromiso por el desarrollo y en la lucha contra la criminalidad”.
“Queridos hermanos y hermanas, amor y verdad, justicia y paz se han encontrado, se han encarnado en el hombre nacido de María en Belén. Ese hombre es el Hijo de Dios, es Dios que ha entrado en la historia”. El nacimiento de Cristo, prosiguió Benedicto XVI en su mensaje de Navidad, “es un brote de vida nueva para toda la humanidad. Que todas las tierras sean una tierra buena, que acoge y hace brotar el amor, la verdad, la justicia y la paz. Feliz Navidad” concluyó.