Abel Hernández. 6 de Noviembre.
El presidente Zapatero y su séquito no disimulan su euforia por el triunfo de Obama en USA. La situación recuerda al “Bienvenido Mr. Marshal” de Berlanga, con aquel sonsonete de “Americano, te recibimos con alegría”. Y la comitiva americana pasaba de largo por el pueblo para desconsuelo de Pepe Isbert, el alcalde sordo y con boina. El “Plan Marshall”, año 1948, no se ocupó de la España empobrecida de la posguerra. No es probable que la histórica llegada del candidato afro-americano a la Casa Blanca sirva para frenar el galopante ritmo del paro en España y el desastre económico que sufrimos bajo el mandato socialista.
Pero es verdad que el próximo Gobierno de Estados Unidos no considerará “persona no grata” al presidente del Gobierno español y las relaciones de Zapatero con Obama serán mejores que con Bush. También es de esperar que el dirigente socialista español no reincida en sus graves errores del pasado ni vuelva a mostrar públicamente desprecio a la bandera norteamericana y a lo que significa. Me imagino que, tras observar el gran ejemplo de democracia consolidada ofrecida el martes por ese gran país, que sigue siendo eje del mundo civilizado y bastión de las libertades públicas, mejore sus percepciones sobre el mismo sin prejuicios de “progre” trasnochado.
El pueblo norteamericano ha votado cambio para salir de la crisis económica, de guerras insoportables, de “guantánamos”, etc., y para recuperar la unidad nacional y el aprecio del mundo. Por lo pronto, la llegada de un afro-americano a la Casa Blanca, con todo el país movilizado, es con toda propiedad un acontecimiento histórico porque es una demostración de que se han superado los prejuicios étnicos y se ha entrado en la etapa interracial. Se ha cumplido el sueño de Martín Luter King antes de lo esperado. Una ola de esperanza, como un “tsunami” ha invadido Estados Unidos y el mundo entero. La llegada de Obama al poder y la forma como ha ocurrido parece que encaja con el cambio de era histórica que barruntan sobre todo las nuevas generaciones. Su triunfo ha sido el triunfo de la juventud y de lo nuevo. Hasta su campaña se ha basado en las nuevas tecnologías.
Ahora Obama tendrá que reprimir algunas de sus tendencias radicales -sobre todo en cuestiones morales muy sensibles en el ámbito religioso- y gobernar para todos desde el centro, como ha venido a decir en su discurso de la emocionante noche electoral, si no quiere caer en las trampas en que cayó de entrada el presidente Zapatero en España con los resultados que todos sabemos. Restablecer la unidad de criterio en las dos alas -la suya y la centrista de Hilary Clinton- y sobre todo con el destronado Partido Republicano de Bush, Palin y McCain, es una tarea ardua, pero imprescindible. Cuando un dirigente cree que posee toda la verdad conduce al pueblo al desastre, como nos enseña la Historia.