Fernando Ballesteros. 1 de abril. Hay que sacar la noticia de donde sea. Es necesario rentabilizar tantas horas de radio, tantas páginas gastadas, tantos minutos en los Telediarios. Se esperaba lío entre las distintas sensibilidades del madridismo y los precedentes invitaban a pensar en una Asamblea movida. Un barrido por el dial radiofónico el domingo por la mañana confirmaba el interés ya que les aseguro que escuché retransmisiones íntegras del gran evento.
Bueno, la cosa es que Boluda, el "okupa" para casi todos hasta hace tres días, salió al ruedo con temple, buen talante -con perdón- y mucha humildad y colaboró y mucho a que la mañana transcurriera por los cauces del pacifismo. Luego se votaron los puntos estrella: la ratificación del fugaz mandatario y el cambio para adaptar el voto por correo en las próximas elecciones a la normalidad democrática para que no ocurra lo que en otras ocasiones.
Los compromisarios lo aprobaron y el asunto quedó visto para sentencia y a la espera de que Boluda se digne a poner fecha para las elecciones y que Florentino arrase como está previsto ya por todos. Como pueden comprobar no sucedió nada fuera de lo normal. es decir, no hubo noticia y esa tenía que ser la buena nueva para los seguidores blancos.
Pero daba igual: había que justificar el despliegue y no importa si, para ello hay que dar a luz a un nuevo mito de nuestra democracia. Señoras y señores, Boluda es el hombre. Tanto que un domingo que fue un buen día para el Madrid que, esta vez, no tuvo que soportar la verguenza de otras asambleas y que resolvió un asunto que amenazaba con emponzoñar, de nuevo, un proceso electoral, pasará a la historia por ser uno de los días más importantes de la institución, el día en el que se alcanzó la paz social, la entrada del club blanco en la modernidad, en el Siglo XXI, un auténtico punto de inflexión que marcará un "antes y un después" en la historia del club, la reedición en Concha Espina de los Pactos de la Moncloa.
Y todo ello sólo tuvo un artífice: Vicente Boluda, al que en las últimas horas he escuchado como le llamaban el "Adolfo Suárez del Real Madrid", el hombre más importante de la transición.
A muchos se les ha ido la mano y lo que es peor, la cabeza.