Bono y unos cuantos más
Tomás Salinas García
Empiezan a toserle a la cara. Ya no parece el sí señorito, lo que usted tenga a bien, o el aplauso de las focas ante el domador, esperando que caiga algún pescado. Algunos del comité federal del PSOE, algunos barones díscolos y osados, dicen en voz alta, para el que les quiera oír y, lo más importante, entender, que lo que hace y dice su jefe no es del todo plato de su agrado. El estatuto catalán y el desacato encubierto que pretende realizar Zapatero para que no se levante contra él el PSC, no lo tragan ni con embudo dirigentes de la talla y enjundia de Bono, Fernández Vara o Álvarez Areces.
El poder está en juego en Cataluña, y Montilla lo sabe: como no ofrezca el arma del independentismo y se desmarque de la línea maestra del PSOE, puede que se quede con lo que le sobre a CIU y se le acabe el negocio. Por eso se rebela, no por sentimiento sino porque no se le escape el control de la Generalitat y con ello su posición. Aunque para ello tenga que pervertir todos sus principios y enfrentarse con el propio partido. Sabe que Zapatero no puede permitir que los socialistas catalanes alcen la voz contra él, y que les va a entregar vía desobediencia lo que pidan.
Con esto no comulgan Bono y unos cuantos más. Así se lo han dicho en privado, y así no dudan en manifestarlo públicamente. Avisan de que las maniobras que están preparando introducen la línea política del partido en un sendero muy peligroso en el que retroceder es algo casi imposible. Le gritan a su presidente que otorgarse de esa forma al PSC podría, a buen seguro, pasar una factura muy elevada en el resto de comunidades. E indican, con relativa nitidez, que el único culpable del desaguisado no sería otro nada más que el líder del PSOE. Parece ser que se le remueve el patio a un presidente del gobierno que muestra de nuevo una cara irracional y temeraria, un todo vale con tal de continuar siendo el rey de reyes.