Brindis: ¿Con champagne, cava, o gaseosa?
José Luis Jiménez. 31 de diciembre.
Hoy, a las doce de la noche, concluirá 2008. Es costumbre extendida en todo el mundo el brindar por la llegada de un nuevo año. Aquí ya entra el gusto, o las posibilidades, de cada uno para hacerlo con la bebida preferida. Dentro de las alternativas más frecuentes, es el champagne la preferida. Aunque en estos últimos años el cava ha ganado terreno de una forma clara. Y por aquello de la "memoria histórica", no quiero dejar en el recuerdo a la sidra. Durante muchos años fue la bebida tradicional en las fiestas, especialmente las Navidades. Tengo fresco en el recuerdo que mi madre (q.e.p.d) apostaba siempre por sidra El Gaitero. Le gustaba y, además, en la mayoría de los hogares españoles era lo más popular y lo más socorrido. Hasta que un día de Navidad, en el clásico almuerzo familiar en casa de mis padres, me llevé una sorpresa. Tenía reservada una botella, creo recordar que era un magnum, de un champagne fantástico, Roderer Cristal. Me las prometía muy felices con la idea de disfrutar de la misma, ya que los familiares en edad de beber, estaban en la línea de mi madre, sidra, y no mucha. Pero ¡oh sorpresa! Ante mi insistencia, doña Teresa, ese era su nombre, miró la copa un tanto desconfiada. Por aquello de tener un hijo, más o menos, entendido en esto de los vinos, lo acercó la nariz. La sensación de "cosquilleo" era similar a lo ya conocido por ella. La acercó a los labios, cerró los ojos, la degustó, me miró fijamente y dijo: "Pero que rico está esto". Esa fue la señal para que el resto de la familia. Incluidos los no bebedores, quisieran probar. Me las vi y me las deseé para poder tener mi parte alícuota.
A partir de esta anécdota, real, tenía pensado hacer un juego literario para pasar revista a los acontecimientos, españoles, de estos últimos 365 días. Y mira que lo tenía fácil con el juego de hacer comparaciones de beber sidra, que tiene mucho de aparente, con la figura del Presidente del Gobierno que es lo que tenemos, desgraciadamente según mi criterio, como cotidiano y habitual, pero que a ver si tenemos la suerte de encontrarnos con un Roderer Cristal para muchos desconocido. Y aquí que cada uno ponga el nombre que más le apetezca. Y así podría enlazar otras muchas parábolas. Pero creo que sí tenemos un punto de referencia superior. Para un católico, como es mi caso, Dios. Para el practicante de otras religiones, quien represente ese bien supremo. Pero con un mensaje común y alentador entre los hombres de buena voluntad. Y que cada uno brinde con lo que quiera: champagne, cava o gaseosa.
Dios mediante, la próxima semana retomaré el curso habitual de la sección. Pero hoy es un día especial. Desde este rinconcito del diario Ya, en Internet, que espero tenga una singladura de lo más venturosa, levanto mi copa por todos ustedes. Feliz Año Nuevo.