Bye, bye, Catalunya, bye
Angel Boya. La situación actual de la Generalitat de Cataluña es la de un organismo que incumple sistemáticamente las leyes y las sentencias que dictan los órganos del Estado Español (por ejemplo impide la unidad del mercado español), mientras el pueblo catalán mayoritariamente odia a España, a sus símbolos y a quienes se identifican con ellos.
Simultáneamente, aunque parezca contradictorio, hoy ser catalán es mucho más ventajoso que ser manchego, andaluz o aragonés por las inversiones que esa comunidad a fondo perdido y a través de la inversión pública (un tercio del total), del Fondo de Liquidez Autonómica (más de 27 000 millones de euros en tres años), del Plan de pago a proveedores, etc. etc. recibe del Estado. Cosa aparte es para qué usa ese dinero la Generalitat.
De modo que cada vez más España se perfila como algo a explotar por Cataluña. El sueño de Prat de la Riba, asumido por los nacionalistas, era la unión de los pueblos de España mangoneada por ellos. Y esto es lo que sigue pretendiendo la oligarquía catalana, la que, según Felix Millet, el “organizador” del caso Palau, está compuesta por los Pujol-Ferrusola y otros 400, y es la dueña de Cataluña.
¿Es exagerado ante esta situación considerar que Cataluña es un miembro gangrenado de España? ¿Interesa a los españoles mantener esta situación?
¿Cómo valorar las concentraciones en Barcelona para el próximo 12 de octubre en las que se reclama la hispanidad de esa región? Como Ciutadan’s, todos aquellos catalanes que defienden la hispanidad de Cataluña, cuando pretenden que siga vinculada a España, pretenden, porque no dicen lo contario, que se siga en la situación actual, descrita más arriba.
A esta situación se ha llegado tras varias decenas de años en las que los partidos, que presumen de ser defensores de la unidad de España: PP y PSOE, han amparado el odio a España, difundido a través de los medios de comunicación y de la educación de niños y adultos, a la vez que han otorgado a esa comunidad toda suerte de privilegios a cambio de sus votos para disfrutar del poder del Gobierno de España.
Una posible evolución de esta situación es la independencia. Analicemos algunas de sus posibles consecuencias.
Desde un punto de vista histórico-emocional, que se independice podrá para los analfabetos funcionales (los que sólo utilizan su capacidad de lectura para entender los anuncios publicitarios) ser una pérdida, pero no lo será para los que conocen la desafección del 90% de la población y la desvinculación de la administración catalana respecto al Estado. Hoy Cataluña no está integrada en España.
Desde el punto de vista del funcionamiento del Estado, éste se verá libre del chantaje que desde la Transición (1978) y a través de Las Cortes efectúan los partidos políticos catalanes al condicionar la formación de los gobiernos de la nación y de sus políticas. De modo que no irritar a los catalanes ha sido desde entonces el primer objetivo de los Gobiernos españoles para poder subsistir. Actualmente no se puede reducir el gigantesco gastó público de la Administración Central y de las CCAAs cuando se incrementa el de Cataluña.
Desde el punto de vista económico, será un enorme beneficio para la economía española. De un lado la inversión de la Administración Central tocará a más por región. De otro lado y dado que la industria catalana es la principal competidora en el mercado español, la retirada de los productos catalanes o la simple reducción de su presencia por el efecto frontera, supondrá un fuerte crecimiento de la demanda para las industrias españolas (no catalanas) que competían como segundo o tercer proveedor en cada segmento de los mercados. La teoría económica y la evidencia empírica dicen que a corto plazo, dos o tres años, la producción, el PIB, depende de la demanda por lo que es de estimar que al sustituir las ventas catalanas por las españolas, éste no variará. No en balde tanto La Caixa, el Banco de Sabadell, como otras empresas significativas, Editorial Planeta, etc. etc. ya han anunciado que tras la hipotética independencia se trasladarán a territorio español para mantener su cuota de mercado.
La otra posibilidad de evolución es el mantenimiento empeorado de la situación actual: más atribuciones políticas a Cataluña sobre España y más inversión de la Administración Central en Cataluña. Es decir más dinero para los catalanes y más odio a España vía inmersión lingüística y educativa de niños y adultos. El primer paso de esta senda será la aceptación de las 23 reclamaciones económicas que en agosto de este año presentó Mas a Rajoy en la Moncloa.
Y seguirán los lloriqueos de los catalanes, y seguirá el “Espanya ens roba” y seguirá la gangrena de Cataluña y seguirán diciendo que son una nación y seguirán con el cuento chino de que están sometidos a España a pesar de haber sido siempre un pueblo independiente, y seguirán con que quieren la independencia, mientras nos desangran. Y finalmente seremos una colonia de Catalunya.
Y volverá la inmensa mayoría de los españoles que votaron a Rajoy el 11N, a votarle. Porque España es un país de analfabetos funcionales alimentados culturalmente por los mensajes de las TVs públicas y privadas, es decir por los mensajes de los partidos políticos.
Y seguirán Rajoy y ZP sin ser juzgados y condenados por los delitos que en mi opinión han cometido.