Cómo benefician a nivel psicológico el deporte y la buena alimentación
El bienestar psicológico es fundamental para que una persona funcione de manera positiva. Según estudios, el bienestar psicológico engloba los conceptos de la autoaceptación, de las relaciones positivas, del perseguir metas y crecer a nivel personal, de tener autonomía.
Cuando se tiene una actitud positiva se tienen pensamientos positivos, se tiene el ánimo óptimo para enfrentar cualquier situación y salir airoso de ella. Y tener una actitud positiva va de la mano con ser una persona optimista, es decir, vivir el presente acatando las responsabilidades que haya que acatar, pero sin angustia, manteniendo la serenidad, sin anticiparse a hechos que no han tenido lugar. Es ser capaz de dejar atrás el pasado, aprender de los errores sin dejar que estos nos martiricen, superar los miedos.
Alcanzar el bienestar psicológico para ser personas optimistas es cuestión de trabajar con uno mismo. La personalidad tiene mucho que ver, lógicamente, pero los hábitos también pueden encaminarse correctamente para alcanzar el objetivo.
La alimentación
Ya sabemos que el organismo necesita su dosis diaria carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas y minerales. Estos se obtienen a través de los alimentos que deben ser ingeridos en una dieta equilibrada, que proporcione lo que se requiere en su justa medida. La alimentación apropiada permite, pues, que las personas tengan un buen rendimiento no solo a nivel físico, sino también intelectual. Los buenos alimenticios ayudan, por lo tanto, a estar y a sentirse sano.
La mala alimentación, por otra parte, puede conllevar enfermedades de leves a graves que, lógicamente, tendrá su impacto a nivel psicológico en la persona que la padece. La obesidad y el sobrepeso no solo merman el rendimiento de un estudiante o de un trabajador por la rápida aparición de cansancio, también puede interferir de forma negativa en su autoestima. Y, desde luego, tener una mala percepción de uno mismo no ayuda a tener optimismo.
El exceso de peso no solo tiene incidencia en la autopercepción, sino que puede relacionarse también con otras patología como la artrosis, la apnea del sueño, las hernias, la infertilidad o incluso el cáncer. Es necesario poner remedio como una dieta como esta para poder perder peso de forma saludable. Por supuesto, con alimentos sanos.
Otras patologías derivadas de la mala alimentación pueden ser la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares o diabetes que hacen aumentar los miedos en el paciente. Pero la mala alimentación también aumenta los riesgos, según estudios, de sufrir cuadros depresivos.
La educación nutricional
Los buenos hábitos alimenticios, por lo tanto, deben acompañar a una persona desde sus edades más tempranas. La buena educación nutricional es fundamental en los niños, que ya desde sus primeros años deben consumir alimentos apropiados, como las leches infantiles. Las leches de crecimiento, como la leche Puleva, ayudan a que obtengan el aporte apropiado de Omega 3, un ácido graso que ayuda en la formación del cerebro y en el desarrollo cognitivo y visual; hierro, que fortalece el sistema inmunitario; vitamina D, que ayuda a la correcta absorción de calcio, y yodo, que también ayuda al desarrollo cognitivo y del sistema nervioso.
Los buenos hábitos alimenticios, lógicamente, no terminan con la madurez. Los adultos deben continuar con esas prácticas aprendidas en su entorno y, sobre todo, a centrarse en su salud cuando ésta no está en su mejor momento, aunque eso suponga dejar a un lado momentáneamente las obligaciones. Ante cualquier imprevisto es necesario informarse bien y ponerse en manos de un profesional.
La gastritis, por ejemplo, es la inflamación de la mucosa del estómago, y merece nuestra atención. El tratamiento de la gastritis pasa por ingerir alimentos apropiados como verduras, arroz, sopa, pescado, leche de soja, fruta y mucha agua. En todo caso, la pregunta “¿se puede curar la gastritis?” puede responderse en internet facilmente. La web es tratamientogastritis.net.
El ejercicio físico
Cuando se dice que una dieta equilibrada y ejercicio físico regular es fundamental para llevar una vida sana, se habla de este concepto no solo a nivel exterior, sino también en lo que respecta a la psicología humana. No es solo que el resultado de un actividad deportiva determinada sea físico, sino que no han escapado a los estudios llevados a cabo durante años los beneficios psicológicos que ello posee.
En primer lugar, la actividad física ayuda a liberar endorfinas una sustancia narcótica natural que segrega el encéfalo y que se asocia con los estados de ánimo positivos. La segregación se produce además como reacción cuando el cuerpo sufre dolores muy intensos, por lo que la actividad física, además de generar una sensación de felicidad y euforia, disminuye la sensibilidad al dolor.
El ejercicio también sirve para reducir los niveles de estrés a los que una persona está sometida en su día a día. Una sesión de running, un partido de fútbol con los amigos, una quedada para jugar al pádel con los compañeros de trabajo, etc., ayuda a desconectar, a concentrarse en la actividad. No solo eso, sino que el ejercicio aumenta la producción de noradrenalina una sustancia que utiliza el sistema nervioso simpático y que puede controlar la respuesta del cerebro al estrés.
El ejercicio físico, además, ayuda a que una persona se valore más a sí misma, confíe más en ella. Esto tiene también su extensión en las relaciones que tienen con los demás, puesto que la salud emocional se ve sustancialmente mejorada y de ellos se extrae más seguridad en uno mismo.
El deporte también es un remedio contra las adicciones, contra la necesidad compulsiva de consumir una sustancia determinada. El ejercicio físico es una buena herramienta para centrar la atención en retos personales que mantengan al cerebro ocupado. El deporte también mejora el sueño, uno de los hábitos más castigados de una persona adicta.
Así pues, el tratamiento de un adicto debe pasar por una terapia apropiada de la mano de un psicólogo profesional. Conocedor de su importancia, éste llevará a cabo acciones concretas para recuperar hábitos saludables en cuanto a alimentación y salud que influirán directamente en la psicología del paciente.