Diario Ya. Sebastián Mora, Secretario general de Cáritas y Francisco Lorenzo, Coordinador del Equipo de Estudios, han presentado esta semana en Madrid el VII Informe del Observatorio de la Realidad Social, que indica un preocupante dato: en España ha aumentado espectacularmente la pobreza, la desigualdad y la injusticia social en los últimos años.
Este revelador informe expone a lo largo de sus cinco capítulos y bajo el título “De la coyuntura a la estructura. Los efectos permanentes de la crisis”, la acción desarrollada por la red de Acogida y Atención Primaria de la Confederación Cáritas Española. Cáritas presta un servicio de ayuda cercana y urgente a las personas más vulnerables de la sociedad especialmente a través de las parroquias, donde es la propia comunidad la que ofrece una respuesta ágil, directa y fraterna a quienes padecen los peores efectos de la crisis.
Los servicios de acogida y atención primaria de Cáritas han constatado que, desde el comienzo de la crisis y hasta la actualidad, se ha multiplicado por 2,7 el número de personas atendidas en los Servicios de Acogida y Atención Primaria de Cáritas, pasando de atender a 370.251 personas en 2007 a ser 1.015.276 las que acogieron durante 2011, lo que supone un incremento de hasta el 174 por ciento.
El informe revela que, entre las causas de este vertiginoso aumento de pobreza social en España, estarían en primer lugar un proceso continuado de destrucción de empleo, que ha reducido drásticamente la obtención de un ingreso económico fijo en las familias españolas, agravado por una reducción de la financiación por parte del Estado a los entes de protección social.
Necesidades básicas más demandadas
Las necesidades básicas más demandadas entre 2007 y 2011 son la comida, la ropa y calzado y la vivienda. En 2011, se registraron unas 400.000 respuestas de ayuda económica para alimentación, más de 50.000 para vivienda y 60.000 para ropa y calzado. En un segundo término, se solicitan ayudas para gastos sanitarios y asuntos legales.
Los fondos invertidos
El gasto en ayudas económicas a las personas y familias destinados por las Cáritas Diocesanas a través de sus Servicios de Acogida y Asistencia se han duplicado entre 2007 y 2010, hasta alcanzar cerca de 33 millones de euros en ese último año.
En 2011 se alcanzan más de 10 millones de euros en ayudas para alimentación y 7 millones de euros para vivienda, seguidos de 1,5 millones en educación/formación y 1 millón en gastos relacionados con la salud.
En total, entre 2007 y 2010, los recursos invertidos por la Confederación Cáritas en todo el país en el apartado de Acogida y Atención Primaria superan los 112 millones de euros.
El perfil de las personas atendidas
Las mujeres siguen siendo el rostro más visible de las demandas de ayuda de emergencia atendidas por Cáritas. Destacan, asimismo, el elevado número de desempleados que han pasado de ser “recientes” --al inicio de la crisis-- a ser de larga duración. Numerosas parejas jóvenes (de 20 a 40 años de edad) con hijos se han visto también muy afectadas, así como mujeres solas con familiares a cargo. Las parejas con hijos suponen el 40% y las familias monoparentales un 18%.
En Cáritas, 5 de cada 10 personas acogidas en 2011 son inmigrantes. Un tercio de ellos están en situación de irregularidad, en muchos casos sobrevenida a consecuencia de la crisis. Se estima que Cáritas atiende cada año a 130.000 personas en situación de irregularidad.
En cuanto a los perfiles sociales que más aumentan en quienes han acudido por primera vez a los Servicios de Acogida en 2011, el Informe señala que son personas de nacionalidad española y extracomunitarias en irregularidad sobrevenida; en riesgo de perder su vivienda; parejas con hijos y, en menor medida, personas solas y familias monoparentales; jóvenes adultos con una edad de 30 a 44 años; y personas sin ingresos o con Rentas Básicas o Mínimas.
Constataciones
El VII Informe del ORS constata situaciones y hechos que hablan de un cambio social que, más allá de la coyuntura de la crisis, están suponiendo la consolidación de una nueva estructura social. En este sentido, se subrayan tres hechos:
- La sociedad española presenta un modelo de integración precaria que, desde los años 80, se ha venido deteriorando progresivamente y que deja patente la insuficiencia y la reducción de la capacidad protectora del sistema público.
- La exclusión social, la pobreza y la vulnerabilidad son fenómenos estructurales que hoy, a consecuencia de la crisis, se hacen especialmente visibles; pero el proceso de deterioro progresivo de los derechos y de la protección social, especialmente para los más desfavorecidos, no es algo nuevo.
- La evolución de las solicitudes de ayuda a Cáritas no es un asunto pasajero ni coyuntural, sino que expresa la consolidación de una estructura social en la que un número elevado de personas y familias han quedado sin esperanza en su proyecto vital.
Como se afirma en el Informe, “si cuando hubo crecimiento económico (período 1994-2007), no se redujo la pobreza --ni se consolidó la protección social, ni aumentó la proporción de inversión en gasto social del P.I.B.--, es difícil creer que salir de la crisis desde la óptica del crecimiento económico tenga consecuencias relevantes en la reducción de la desigualdad y la pobreza”.
Para sus autores, “la acumulación de desventajas en más de una cuarta parte de la población española conlleva un riesgo de dualización y de falta de cohesión social, que se viene constatando antes del inicio de la crisis”.
Escucha, calidad y calidez
El Informe destaca un aspecto de la acción de Acogida desarrollada por Cáritas que guarda estrecha relación con un modelo de trabajo basado en la identidad evangélica de su visión y la dimensión eclesial de su misión. Se trata de las respuestas orientadas hacia la escucha a las personas que acuden a los centros y servicios de Cáritas en las parroquias, que abordan unas necesidades no mediatizadas por lo económico y que hablan más de la calidad y calidez de la acción de Cáritas que de la cuantificación.
Las acciones que atienden este tipo de necesidades tienen un gran valor porque son muy significativas y transformadoras en la trayectoria vital de las personas, de las relaciones y de la sociedad.