Caballos de potencia
Algunos han vivido como cigarras todo este tiempo y ahora buscan el calor de la casa de la hormiga para pasar el invierno. Bien, señores especuladores que vieron el negocio fácil hace unos añitos, llenaron sus andamios de rumanos, polacos y keniatas, contaron con la información y el trato amable que les dispensaban “sus” alcaldes y “sus” concejales de urbanismo y amasaron fortunas a costa de lo que hiciese falta; ahora toca ir a papá Estado a pedirle que nos saque las castañas del fuego, ¿eh?
Ahora, traviesos liberales, pequeños capitalistas salvajes, jugones de la bolsa y demás chiquillería, ¿cómo hacemos para arreglar esto? ¿Qué hacemos con esos bancos tan simpáticos que nos han estado prestando todo el dinero que necesitábamos para comprar esas casitas tan monas de 50 m2 en las que poder fundar nuestras familias y criar a nuestros hijos sanos y fuertes para que pudieran en el futuro seguir pagando nuestras hipotecas? ¿Qué hacemos con vosotros, os corregimos a cachetadas u os dejamos a vuestro aire, no sea que os provoquemos un trauma?
Pues a mí, que sé tanta economía cono la que sabe un ministro, se me ocurre una idea. Van a decir que estoy loco. Si Martinsa vamos a tenerla que pagar entre todos me van a permitir que hable ya como propietario de la cosa. Cojamos nuestra empresa y a sus trabajadores, nacionalicemos algún banco para poder pagar sus jornales y pongamos a sus ingenieros, arquitectos y peones a hacer centrales nucleares por toda España. Evitemos que el asunto nos salga más caro, que los inmigrantes que trabajaban en sus andamios y ahora se van a ver en la calle y a miles de kilómetros de distancia de su patria les entren ganas de trabajar en otras actividades menos lícitas y, sobre todo, evitemos que suba el recibo de la luz. Y, en lo sucesivo, a ver si tenemos más cuidadín y nos dedicamos a producir más y a especular menos, coño.
Mr. Cooper.