Carta abierta a Monseñor Sebastián
Rafael Lopez- Dieguez
Eminencia,
Imagino los malos momentos que debe estar atravesando a raíz de los comentarios y actuaciones del lobby gay y proabortista.
Como es habitual en este tipo de situaciones una vez más los profesionales de la manipulación y del desconcierto, con la connivencia de los tibios, han sido capaces de sacar de contexto unas declaraciones hechas desde la caridad pero también desde la firmeza que exige la enseñanza de nuestro Magisterio.
Usted no ha dicho nada nuevo, nada distinto a lo que ya sabíamos y debieran saber todos los católicos; que la homosexualidad es un desorden moral ya está dicho y aceptado por la Doctrina católica desde hace decenas de años, que la convivencia de dos personas del mismo sexo es contrario a la moral objetiva y al orden natural por no estar su unión enfocada al fin natural de la sexualidad que es la procreación, también. Que el aborto es el crimen mas execrable y nefando y que no existe ninguna ley del aborto buena para un católico, también.
Es claro que es la hora del martirio por la coherencia, es la hora de sufrir mediante técnicas, quizás no tan cruentas como la cruz o el circo romano ( quien sabe lo que nos deparara el futuro), pero si mucho más perversas, porque tienden a destrozarnos en nuestro interior espiritual y adormecer nuestra conciencia, intentado llegar a conseguir nuestra abdicación de los Principios recogidos en el Magisterio y nuestra entrega al relativismo y con ello poner en riesgo la salvación de nuestra alma. Técnicas que pretenden sembrar en nosotros el sentimiento de culpabilidad para que de esa manera nos sintamos marginados, expulsados del sistema y abandonados de los nuestros y en esta situación anímica de pre-desesperanza el maligno nos induzca a la duda sobre nuestros Valores que se ven defendidos por una minoría frente a una mayoría aplastante.
La Verdad Revelada nos enseña que nuestro proyecto nunca fue de mayorías, ni que el peso de la Verdad este en el consenso de muchos, porque la Verdad conduce a la Cruz y son muy pocos quienes quieren llevarla. Solo fue el Cirineo el que acompaño a Jesús y solo una la que limpio su cara y solo un Apóstol el que le acompaño hasta el último momento. Todas aquellas mayorías que comieron peces y pan, a los que curaba, los que le seguían, le abandonaron ,los más próximos que le prometían fidelidad eterna le traicionaron. Pero nuestro consuelo está en que solo será Uno, y no esas mayorías estériles, el que nos premiara o reprenderá por nuestra coherencia y lealtad al mandato de Su Hijo.
En este camino nosotros como Pastor y futuro Príncipe de nuestra querida Iglesia Católica, le seguimos y no le abandonaremos, como no abandonaremos a los que se mantengan fiel a la Verdad Revelada, al Magisterio y a la Doctrina. Por ello si han de querellarse contra usted permítame, deme la oportunidad, que le acompañe en esta nueva etapa del camino martirial y además en la convicción de que nada deberemos preparar en nuestra defensa porque todo nos vendrá dicho.
Rafael Lopez- Dieguez
Secretario General de AES.