Católicos chinos, una realidad olvidada
José Luis Orella. En el 400 aniversario del fallecimiento del misionero jesuita P. Mateo Ricci en el país del dragón, muchos se hacen preguntas sobre cual es la realidad del cristianismo en China. Cuando se cree que el comunismo ha desaparecido como sistema de gobierno, aún un sexto de la humanidad vive bajo sus garras. La China Popular es el país más poblado, con más de 1.300 millones de habitantes oficiales y que mantiene un fuerte régimen totalitario comunista. Sin embargo, las fuertes inversiones extranjeras están transformando el país, y el capitalismo salvaje invade una sociedad que cuenta con 100 millones de consumidores de alto nivel. En este panorama de paraíso inversor, nadie quiere mirar hacia el plano de la ausencia de libertades. Países como Brasil o Rusia, suministran recursos energéticos, y los países de África se han sumado a ello, pero a cambio de inversiones en infraestructuras.
Sin embargo, los católicos chinos carecen de libertades. En este momento, doce millones de chinos viven su fe en clandestinidad, marginados oficialmente, y dirigidos por una cincuentena de obispos, nombrados en secreto por Roma, y perseguidos por el régimen. Entretanto, el régimen comunista mantiene una falsa iglesia patriótica, que representa a cinco millones de fieles y ochenta obispos oficiales, y es la que se muestra al turista despistado que habla sobre la libertad religiosa en China. La tensión existente marca un problema candente, el reconocimiento internacional de la China comunista por el Vaticano, a cambio del respeto a los doce millones de rehenes católicos existentes en el país. Pero a cambio pediría el abandono del reconocimiento internacional a Taiwán, que sería el precio a pagar. Taiwán o China nacionalista, que sería lo más propio, sigue manteniendo los principios del Dr. Sun Yat Sen, fundador del Kuomintang: Nacionalismo o igualdad de las naciones; democracia o igualdad política de los ciudadanos; y bienestar social o igualdad económica. Su triunfo económico le llevó a ser la duodécima potencia exportadora del mundo. Pero la expulsión de la ONU, por el reconocimiento de la China comunista y el alejamiento estadounidense realizado por Nixon ha llevado a Taiwan a estar marginada de la comunidad internacional.
En la actualidad, la reunificación efectuada después de la anexión de Hong kong y Macao, con dos sistemas, es lo que se ofrece a la China insular. La China continental no puede prescindir de sesenta millones de chinos de la diáspora, con alto nivel cultural y profesional. Entretanto, la comunidad china católica de España realizó este mes su peregrinación de mayo a la Virgen de Torreciudad, allí rezaron por sus conciudadanos, y por radio se sumaron a sus hermanos de Formosa, la antigua denominación de Taiwán.