Redacción Madrid. 10 de mayo. Cientos de personas han muerto y más de mil resultaron heridas como consecuencia de los intensos bombardeos que se produjeron durante la noche del sábado y que continuaron a lo largo de la jornada de hoy, según confirmaron fuentes gubernamentales que trabajan en la zona de conflicto en Sri Lanka.
Aunque el gobierno del país insiste en que no utilizó artillería pesada en los ataques a la zona, los médicos que trabajan en la región afirmaron que los bombardeos, que duraron durante varias horas, provenían de territorio bajo el control del Ejército cingalés. Uno de los médicos dijo que casi 400 personas han muerto en las últimas 24 horas y más de mil están siendo atendidos por las heridas. Además, añadió que hay más cadáveres en las carreteras y la playa. Entre las víctimas se encuentra un jefe de enfermería del gobierno, que falleció después de que las bombas alcanzaran las instalaciones médicas ubicadas en zonas muy pobladas.
Otros funcionarios dijeron que las áreas bajo ataque quedaban dentro de lo que el gobierno ha denominado la "nueva zona de seguridad", a donde el ejército pidió a los civiles desplazarse.
Según estas fuentes, dos hospitales en la región intentan lidiar con los heridos mientras los búnkeres y tiendas de campaña donde se refugiaba la población se han quemado.
"PROPAGANDA"
A pesar de las afirmaciones, el portavoz de la Defensa de Sri Lanka, Keheliya Rambukwella, explicó que se trataba de "propaganda" de los rebeldes Tigres Tamiles y que no había habido bombardeo aéreo ni de artillería sobre las zonas civiles. "Eso es un hecho", insistió, diciendo que los guerrilleros mantenían a los civiles retenidos en la zona para "pedir rescate". El Ejército también afirma que los rebeldes mataron a nueve civiles que intentaron escapar de la zona el sábado.
Los Tigres Tamiles y el Ejército con frecuencia se acusan mutuamente de atrocidades en el conflicto civil. No obstante, las acusaciones son imposibles de confirmar ya que la prensa extranjera está excluida de la zona de guerra. Hasta el momento, Naciones Unidas estima que unos 50.000 civiles se encuentran atrapados por el conflicto.