Redacción. En una ceremonia celebrada la pasada semana en Washington a favor de los Derechos Humanos, conmovió la petición realizada por el activista invidente Chen Guangcheng, quien pidió a los Estados Unidos que no deje que intereses económicos y financieros sean un obstáculo para presionar al Gobierno chino en favor de los Derechos Humanos.
Para Chen el ejemplo de Birmania, que está ampliando los derechos que concede a sus ciudadanos, como la abolición de la censura en los medios, debería ser un referente para China. “La democracia, la libertad y la justicia no suceden sin más. Tenemos que luchar por ellos a través de la acción" para lo que pide ayuda internacional.
"Aunque haya grandes intereses empresariales en juego, la dignidad, la libertad y la justicia son más importantes", declara el activista pro derechos humanos, en un intento de destacar la importancia de la vida espiritual por encima de la material y económica.
La trayectoria de este joven de 42 años está marcada por la lucha a favor de los derechos humanos. Guangcheng perdió la vista en la niñez, por lo que no puedo asistir a la escuela, pero desde muy joven colaboró para mejorar la forma de vida de las personas discapacitadas y prestó su ayuda a las personas que sufrían supuestos abusos por parte de las autoridades chinas.
Estuvo bajo arresto domiciliario entre septiembre del 2005 y marzo del 2006 por denunciar las políticas sobre el hijo único en Linyi. Meses más tarde fue condenado a cuatro años de prisión por obstruir el tráfico e incitar a la destrucción de la propiedad, -según se dijo de manera oficial-, aunque él explicó que se debió a que enseñó al mundo una campaña llevada a cabo por las autoridades de la provincia de Shandong (China) de esterilizaciones y abortos a miles de mujeres, como parte de la política de hijo único.
Cuando se celebró el juicio, todos sus abogados fueron detenidos y las autoridades nombraron a un abogado de oficio. Al final fue liberado el 9 de septiembre de 2010 y sometido a arresto domiciliario junto a su mujer, hasta que el 22 de abril de 2012 se escapó y se trasladó a la embajada de Estados Unidos en Pekín, la que tuvo que abandonar apenas unos días más tarde ante supuestas amenazas por parte de las autoridades chinas. No obstante, finalmente, Chen consiguió salir de China y estudiar en Nueva York.
Chen Guangcheng fue considerado en el año 2006 la revista Times como una de las cien personas más influyentes y en el 2007 recibió el Premio Ramón Magsaysay.